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Amigas y ex colaboradoras recordaron a la escritora, quien mañana cumpliría 80 años

Evocan a Julieta Campos, la de unos y de otros, la poliédrica, la de múltiples talentos

Aline Petterson, Nedda G. de Anhalt y Basia Batorska, entre otras destacadas mujeres participaron en el homenaje que se realizó en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de mayo de 2012, p. a11

Tenía los cabellos cortos y se llama Julieta. Tenía un baúl lleno de sueños y navegó por el mar calmo y proseloso de una escritura muy cuidada, muy meditada, muy volcada en sí misma, en esas obsesiones que nos acompañan, que la acompañaron, a lo largo de la porción particular de su tiempo, dijo la escritora Aline Pettersson parafraseando el libro de Julieta Campos Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina.

En vísperas del cumpleaños 80 –a celebrarse el día 8– de la escritora Julieta Campos (1932-2007) media docena de estudiosas de su obra, ex colaboradoras y amigas se reunieron en la Sala Manul M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para hablar cada una de su propia Julieta.

Tal vez, continuó Pettersson, “la década que cobró una importancia literaria muy grande para Julieta fue la de los años 70 del siglo pasado, en que publicó tres novelas: Muerte por agua (1973), Tiene los cabellos rojizos... (1978) y El miedo a perder Eurídice (1979)”, en los que se vuelcan su erudición y buceo en el lenguaje que habla del lenguaje mismo, alejados de una primera instancia anecdótica, para dirigirse hacia fronteras abiertas al lector, en registros menos frecuentados y más exigentes.

“La isla –Campos nació en Cuba y se naturalizó mexicana tras su matrimonio con el político Enrique González Pedrero–, el mar, el eterno ir y venir, el amor/desamor y la espera son constantes que se despliegan en su escritura durante el trayecto de su vida”, anotó Pettersson, quien se refirió a los años de agudos experimentos formales que buscaban sumergirse y navegar en las ondas textuales mismas. Campos fue creando un universo especial en el que la exquisitez del espíritu no estuvo reñida después con la eminencia de su reflexión y compromisos políticos.

Luzelena Gutiérrez de Velasco, directora del Centro de Estudios Lingüísticos del Colegio de México, aseguró que cuando se nace en una isla se concibe el mundo desde una manera diversa, con una apertura de horizontes y con una especial disposición para el viaje, porque la isla siempre conforta la urgencia de exploración o el miedo al encierro (...) Campos experimentó la invitación al viaje desde su adolescencia.

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Nos han vuelto a traer en el recuerdo a Julieta para que estuviera entre nosotros, expresó Enrique González PedreroFoto Víctor Camacho

De acuerdo con la escritora Nedda G. de Anhalt, la obra de la homenajeada era una miel fina, de claridades oscuras, que reclamaba sus gotas de sal en cualquier tiempo de muerte. De prosa clara y elegante, Julieta amaba el orden y la precisión en su prosa.

La directora de teatro María Alicia Martínez Medrano, auxiliada por una colaboradora, habló del apoyo que Campos le brindó durante la gestión de González Pedrero como gobernador de Tabasco (1983-87), para realizar su exitoso Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena. La pintora Basia Batorska, amiga también de Campos, dio lectura a los últimos párrafos escritos por la autora sobre su país natal, Cuba.

La periodista Denise Dresser la recordó como “escritora destacada, de la pluma fina, inquietante, deslumbrante, o la funcionaria pública que remozó el Paseo de la Reforma (fue secretaria de Turismo del Gobierno del Distrito Federal) y lo dejó lleno de flores, o la esposa del gobernador de Tabasco que dejó parte de su corazón enterrado allí, o la analista que nunca dejó de preguntarse ¿Qué hacemos con los pobres? (título de un libro suyo).

La Julieta de unos y otros, poliédrica, polifacética, mujer de múltiples talentos, atrapada en el duelo incesante entre escribir y hacer, entre ser testigo de la realidad o influir en su paradero. Atorada en el enigma hamletiano de quienes quieren ser cartógrafos de México y quienes aspiran a acelerar su ritmo lento. Sin embargo, mi Julieta pertenece a otro mundo, el de la amistad que construimos a pesar de los 30 años que nos separaban, acotó Dresser.

Al final del acto, González Pedrero, sentado entre el público, dijo en agradecimiento: Nos han vuelto a traer en el recuerdo a Julieta para que estuviera entre nosotros este 6 de mayo, dos días antes de su cumpleaños (...) para en el pensamiento estar nuevamente cerca de esa gran mujer, de ese delicado ser humano, de esa amiga y compañera entrañable.