De los poco más de 18 mil especialistas que integran el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) sólo 10 por ciento se ubica en el nivel 3 –de mayor desempeño–; en tanto, poco más de cinco de cada 10 miembros se concentran en cuatro entidades del país.

De acuerdo con un diagnóstico sobre los retos que enfrenta el sistema, sólo 33 por ciento de sus integrantes tienen entre 30 y 49 años de edad, es decir, hay un evidente envejecimiento de los investigadores. Además, 64 por ciento de quienes alcanzan el máximo desempeño en sus especialidades laboran en el Distrito Federal.

Al presentarse un resumen de las conclusiones del foro Reflexiones en torno al SNI, convocado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), autoridades universitarias y especialistas coincidieron en que es necesario vigorizar y alinear con políticas estratégicas al sector, pero también advirtieron que como comunidad científica es deseable tener un papel más activo en la toma de decisiones respecto a las reorientaciones necesarias para el sistema.

Alertaron sobre los retos económicos del SNI para seguir creciendo en los próximos años, pues desde su creación, en 1984, contaba con mil 500 investigadores, y hoy superan los 18 mil. De seguir esta tendencia, en una década será aún más difícil la obtención de un presupuesto suficiente que corresponda a sus necesidades de crecimiento y desarrollo.

A esto se suma que sólo 34 por ciento de quienes forman parte del sistema son mujeres, mientras el número de investigadores eméritos es una élite muy pequeña. Todos estos factores, agregaron autoridades de esa casa de estudios, entre ellos Salvador Vega y León, rector de la UAM-Xochimilco, nos lleva a considerar que existe la necesidad urgente de hacer modificaciones normativas para eficientar el desempeño del SNI.

Emilio Pradilla Cobos, investigador de la UAM-Xochimilco y nivel 3 del SNI, afirmó que en la universidad los investigadores sólo salimos con los pies por delante, pues alertó que ante el incremento de la edad promedio entre los miembros del sistema no hay condiciones para la jubilación. Después de más de tres décadas de servicio, el gobierno federal, a través del Issste, sólo ofrece una pensión de 16 mil pesos mensuales, pero sin seguro de gastos médicos mayores ni los estímulos del sistema, que representan hasta 66 por ciento de nuestro ingreso.

Bajo estas condiciones, reconoció, se va generando un taponamiento en el campo científico, pues quienes ya somos de la tercera edad, al cumplir los 65 años se nos da una prórroga de 15 años para mantenernos en el SNI, siempre y cuando permanezcamos activos en la universidad. No podemos renunciar, pues no sólo perdemos la mayor proporción de nuestro salario, sino que además nos quedamos sin seguro médico cuando más lo necesitamos.

Agregó que el SNI cumplió con el objetivo de compensar una pérdida del poder adquisitivo del salario para investigadores y docentes, aunque esto se agravó a mediados de los años 80, pero el problema es que esos estímulos y becas no forman parte del salario, y además también están sujetos al deterioro en su poder adquisitivo.

Pradilla Cobos, quien participó en el foro, consideró que una de las propuestas que generan más consenso entre la comunidad científica es la demanda de que los apoyos que recibimos por medio del sistema formen parte del salario base y que se creen alternativas menos demandantes para estar vinculados a la universidad, a través de seminarios, cátedras o comités de evaluación, con los que podemos seguir siendo productivos, pero con una carga de demandas menor, pues, indicó, hay muchos jóvenes que esperan una oportunidad, y muchas veces son nuestros alumnos, nosotros mismos los formamos.

En el foro, al cual asistieron además autoridades de la UAM, especialistas y funcionarios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se demandó la aplicación de cambios estructurales en el SNI, que incluyen una profunda revisión a los mecanismos de evaluación y de mayor interacción entre los distintos niveles del sistema.