Los libros de reportajes sobre eso que llaman “el México narco” han cubierto una variedad de temas sobre personajes de la delincuencia organizada y nexos con el sistema político, pero hasta ahora no había circulado una investigación que dé cuenta directamente de los efectos en el sector vulnerable de la población, conformado por los jóvenes menores de edad.

Este tomo está compuesto por un reportaje gráfico y un texto que combina técnicas reporteriles de la entrevista y el reportaje de análisis. Los autores son dos periodistas formados en la Universidad Nacional Autónoma de México, egresados en los años 90.

Para el trabajo fotográfico, Eduardo Loza tomó unas cuatro mil instantáneas, pero seleccionó apenas medio centenar, que ofrecen una cara de la vida en los centros de detención juvenil del Distrito Federal, donde –según los testimonios– unos se capacitan para ingresar a la vida laboral y otros para continuar en una espiral violenta y delictiva.

Estos jóvenes –explica el reportero Humberto Padgett– forman parte de una generación de personas nacidas en la última década del siglo XX, en la que hay ocho millones que ni estudian ni trabajan; forman parte de lo que se conoce en el ambiente político y gubernamental como el bono demográfico, que por falta de oportunidades educativas y económicas se ha tenido que refugiar en el sector económico informal, legal o ilegalmente.

Los que se acogieron al mundo de la delincuencia organizada o por su cuenta son los modernos jaibos, una nueva versión de Los olvidados que retrató el cineasta Luis Buñuel en 1949 -1950.

Título: Los muchachos perdidos

Autores: Eduardo Loza y Humberto Padgett

Editorial: Debate-Random House Mondadori

número de páginas: 137

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