Ciegos y sordos
Domingo 29 de abril de 2012, p. 4
Atentar contra la historia, la cultura y las tradiciones que son verdadero patrimonio de México, son –sin más– pretensiones que mueven no sólo a rechazo sino a unánime condena, máxime cuando los dizque
motivos no son otra cosa que reprobables afanes por imponer ajenas formas de cultura, pensamiento, expresión y conducta, considerando ellos que es válido destruir todo lo nuestro, sin darse cabal cuenta de la gravedad de sus procederes.
Tan reprobables.
* * *
Y van por todo.
Hay que ir destrozándolo sin ton ni son y una de sus principales metas se ha venido dando en la cultura de México y, ahora, cómo no han podido penetrar como lo habían pensado, decidieron centrar sus baterías en contra de la fiesta brava, llamándola cruel, inhumana, salvaje exigiendo su desaparición.
Sin más.
Sólo que… ¿salvajes no son el box, la lucha libre, la cacería, la pesca, el futbol americano, el rodeo, el quick boxing y el fustigar a latigazos a los caballos y acicatearlos en las carreras y que decir de las ventas de armas a diestra y siniestra para el exterminio del hombre por el hombre?
¿Y qué decir de los zoológicos, donde tantos animales son condenados a prisión perpetua, privándolos de su libertad, de su hábitat, rompiendo, además el equilibrio de la naturaleza misma, crueldad a todas luces manifiesta?
Y nada se dice.
* * *
Y va de anécdota.
Se dice y cuenta que durante una manifestación en contra de un festejo taurino organizado por un grupo de portugueses avecindados en el sur de los Estados Unidos, una furibunda mujer armada
con una gran pancarta gritaba a pleno pulmón y cuando un mosquito le picó en el rostro ella lo mató de un manotazo y fue entonces que uno de los portugueses la dijo más lo menos lo siguiente: vea usted como también mata a los animales
, callaron los gritos de la gritona, se dio media vuelta y se fue a rumiar sus odios a mejores sitios, lo mismo que deberían hacer los gritones que tanto vociferan contra lo nuestro y que tanto parecen ignorar lo que nos quieren imponer lo de otros latitudes.
Y basta ya.
* * *
¿Y las fuentes de trabajo?
De la fiesta brava dependen infinidad de mexicanos y sus familias: empresarios, autoridades, ganaderos, toreros, subalternos, monosabios, apoderados, publicistas, impresores, escultores, pintores, carpinteros, transportistas, médicos, enfermeras, ambulantes, veterinarios, músicos, choferes, porteros, vendedores, boleteros electricistas, albañiles, acomodadores, cojineros, sastres, proveedores, periodistas, fotógrafos, camarógrafos, comentaristas, locutores, floristas, restaurantes, taquerías, vigilantes, hoteles, rastros, carnicerías, matanceros, agricultores, caporales, caballerangos, por sólo citar algunos de ellos.
¿Y el fisco?
¿A cuánto no ascenderá lo que se recauda por concepto de impuestos?
Imposible saberlo.
Pues bien, con todo esto quieren arrasar estos agitadores de oficio mismos que no podemos calificar sino como una partida de malos mexicanos.
Y ciegos y sordos.
(AAB)
El autor de esta columna fue colaborador del semanario El Redondel, fundado por su padre, Abraham Bitar Gelati, en 1928. Ejerce el periodismo desde 1951. Fundó después la empresa Editorial La Tauromaquia, que favoreció la impresión de periódicos.