La coreógrafa y bailarina presenta espectáculo en el CNA
Estamos bloqueados por tanta violencia e inseguridad, dice
El arte abre los sentidos, por eso debería ser obligatorio desde las escuelas
Sábado 28 de abril de 2012, p. 7
Para la coreógrafa y bailarina Ester Lopezllera, la misión del artista consiste en ayudar a abrir los sentidos de las personas. Así lo refrenda en su obra El discurso del miedo (El frío que palpita en rojo), que desde el pasado sábado 14 se presenta en el Centro Nacional de las Artes (CNA), con su compañía Eterno Caracol.
Somos una sociedad llena de personas que no sienten, no oyen, no ven: tienen el corazón helado; estamos bloqueados, paralizados por tanta violencia e inseguridad, por el terror que éstas provocan
, señala.
La labor del arte es fundamental en el contexto que vivimos. Lo es porque transforma y sana, provoca la reflexión crítica y el desarrollo de la inteligencia, no sólo intelectual, sino también emocional. El arte nos abre los sentidos y los sentimientos. Por eso debería ser obligatorio desde las escuelas.
De acuerdo con Lopezllera, quien antes de fundar la agrupación Eterno Caracol formó parte del Ballet Independiente, Delfos y la compañía de Tania Pérez-Salas, ni el arte ni el artista pueden permanecer ajenos a las circunstancias de su tiempo y deben ofrecer lecturas y propuestas al respecto.
A partir de esa manera de pensar es como elabora sus trabajos, dice, como es el caso de la coreografía El discurso del miedo (El frío que palpita en rojo), cuyo estreno se efectuó en octubre del año pasado.
Herramienta de control
Con duración aproximada de 60 minutos, la propuesta de Ester Lopezllera es una reflexión sobre los niveles alarmantes de miedo
en los que la humanidad está sumida, al tiempo de plantear, como alternativa, la necesidad de que las personas se sensibilicen y abran los cinco sentidos.
“El título de la obra –prosigue– tiene que ver con los tiempos que vivimos, de cómo la inseguridad y la violencia nos mantienen paralizados, en el horror. Mi sentir es que vivimos agobiados por el miedo. Miedo a ver, oír, actuar, expresarse, al amor”, añade.
Y eso me parece terrible, porque, en principio, el miedo no es malo; es un instinto que incluso ayuda a salvar la vida en un momento de peligro o a enfrentar el poder. Pero ahora ha perdido esa cualidad y es utilizado como una herramienta de control y dominio; nos mantiene atónitos: hemos dejado de hacer y expresarnos.
El discurso del miedo (El frío que palpita en rojo) es también una reflexión sobre la soledad, la oscuridad, la tortura, la comunicación y el gozo, además de que ha permitido a Ester Lopezllera explorar la relación con diversos ambientes y espacios arquitectónicos.
Lo anterior, precisa, porque fue concebida para un espacio cerrado, pero en el transcurso de los meses desde su estreno en 2011 ha sido montada en diversos espacios al aire libre, como ahora en el Teatro de las Artes del CNA (Río Churubusco, esquina calzada de Tlalpan, colonia Country Club, estación General Anaya del Metro), con funciones sábados y domingos, a las 17 horas, de las cuales este fin de semana presenta las últimas dos de una temporada de seis.
Trabajar en espacios abiertos es una experiencia interesante y muy enriquecedora, aunque también muy difícil
, según Lopezllera, debido a que se rompe esa barrera de protección con el público que ofrece un recinto cerrado.
El escenario cubre al artista, le permite una transformación mágica gracias a las luces, el maquillaje, y en un espacio abierto uno es real y está completamente vulnerable, es difícil incluso concentrarse. El gran reto consiste en cómo lograr la magia, esa alquimia propia del arte.