doble jornadade las madres
l tema de las madres trabajadoras se ha puesto de moda entre los estadunidenses, por la ocurrencia de una asesora de la campaña de relección del presidente Obama. Ésta tuvo la puntada de decir que la esposa del cuasi candidato del Partido Republicano, Mitt Romney, en su vida había trabajado, dada la cómoda situación económica que había disfrutado. Ni tarda ni perezosa, la señora Romney respondió que ella había criado a sus cinco hijos, lo que significaba aún más trabajo que el que efectúan muchos hombres. Habrá que conceder que le asiste toda la razón... con un pero. Gracias a su posición acomodada, el exhaustivo
trabajo al que hizo alusión probablemente se concretó a darles instrucciones a las nanas y ayudantes que seguramente se hicieron cargo de cambiar pañales y cuidar a sus hijos.
No cabe la menor duda de que un alto porcentaje de las madres realizan una doble jornada cuando al llegar a su casa, después de una jornada de trabajo de ocho horas o más, tienen que atender a su familia completa, no sólo a sus hijos, sino frecuentemente a sus maridos, padres y hasta hermanos. Pero éste no es el caso de las que viven en el estrato de la sociedad que les permite disponer de una, dos e incluso tres personas que se encarguen de las labores domésticas, incluyendo el cuidado de los pequeños. Para ser más precisos, sin negar que hay un problema de género, en primer término el problema es de clase. Ni modo, el fantasma de Marx asoma una vez más cuando de las ventajas y desventajas de la riqueza se trata.
Para poner en contexto esta realidad, de acuerdo con la cadena de radio pública NPR, dos terceras partes de las madres que han tenido un hijo recientemente están empleadas en alguna empresa o comercio, y la mitad son el único sostén de su familia. Para colmo, no pocas han perdido el trabajo al permanecer en casa atendiendo a su hijo por causa de una enfermedad y la inflexibilidad de sus empleadores. Con justa razón, más de una organización defensora de los derechos de las mujeres ha protestado por los airados comentarios de la esposa del candidato republicano.
No tardó mucho en descubrirse que el verdadero enojo de la señora Romney era simplemente un guiño publicitario para la campaña de su marido, quien tiene clara desventaja en la preferencia de voto entre el sector femenino. Fue desafortunado que usara su condición de madre para acarrear simpatías al virtual candidato republicano. Más aún, porque en enero Romney declaró que haría todo lo posible por que las personas que viven de la asistencia pública, incluidas las madres, tuvieran la obligación de trabajar para evitar que siguieran viviendo a expensas de la sociedad
. Por lo visto la señora Romney está muy ocupada criando a sus vástagos, porque no tiene tiempo de leer las declaraciones de su marido y mucho menos las estadísticas de las madres que sí tienen que trabajar.