El Rapto

[GUENDARUXHOÑENEE GUNAA]

Antonio López Pérez

La luna cae sobre la noche
mientras los grillos cantan
en la arcilla del río,
entrelazados caminan
sin medir horas y espacios
el amor nocturno.

A lo lejos se mira
la choza con olor a tierra,
una luciérnaga junto a ella
apaga su luz intermitente
y deja pasar
los amores de la noche.

Una madre llama a las vecinas,
el mezcal asalta las costumbres,
los cohetes despiertan la madrugada
para dar testimonio
de la virginidad del alba.

 

Beeu riaba lu gueela’
laga ca bigarí huaxha ruunda’
ra nuu yu guiigu’
guídxica zisa’ca
cadi cugabaca xpiní ne pabia’
guendaranaxhi’ huaxhinni.

Zitu’pe ri huinni
ti yoo beñe rinda’yu
gaxhape laa ti bacuzaguii
biaani gati sti’ ruzuí’
ne rudí tiidi
guandaranaxhi sti’ gueela’.

Ti jñiaa ribidxi ca binni lidxi
nisa dxu’ni’ ri nase ca xpia
ca guere bele biaani rucuani telayú
na laca la ruluí
guenda binnidxapa sti’ siadó’ guie’.

Antonio López Pérez, poeta zapoteca, nació en Juchitán, Oaxaca, en 1961. Entre sus libros se cuentan Flor de agua (1982), Chichihua (1987), Poesía reunida (1990) y Enaguas de llanto suave (2003). Al “pedir permiso para abrir las puertas del Istmo” (de Tehuantepec), así describe el autor éste último volumen: “Los muertos caminan a toda hora, sin importar edad ni sexo, algunas veces llueve para decir la soledad, sin embargo llega también un viento fuerte que taladra los sentidos haciendo del vivir una poesía. En los senderos del bordado vemos transitar el vivir y el morir de mi raza, se conjugan los espacios del tiempo y, en la mayoría de las veces, queda un hombre con una guitarra mirando el crepúsculo, con los ojos caídos de lágrimas y lamentos. Una mujer se viste en penumbra y abraza la vieja fotografía y más allá, sobre el patio carcomido de pasos, el dolor toma por asalto los rostros y adentro de la choza yace una pena crucificada que ayer desfiló por las calles con música, amigos y recuerdos”.


foto: Graciela iturbide. El Rapto (Juchitán, Oaxaca)