Mario Molina Cruz

(1955-2012)

Desenterré mi alma

Hoy fui a mi tumba
a desenterrar mi alma,
la enterré yo mismo
sin gente, sin ceras,
sin llanto y sin caja.
Bebí de un trago mi vida
con ansias de cambiarla.

Ya bajo la sombra inerte de la muerte
cesó la pena y el dolor.

Ya libre
el resucitado exclamó:
¿por qué mi muerte pides
si tú eres el sentenciado?
¿por qué culpas a otro
de tu libre torpeza?
¿Y creías que otra alma
te iba a dar el cielo?
¡Pide otra máscara
y sobrevive en tu mundo!

Mi espíritu de lealtad…
cómplice de la exhumación
como una chispa incólume
escarbó mi pecho de lajas
y desenterró mi alma.

 

Bachéna baa ke lhalla

Na’ byiá lhao baa kiá
jachéna gán nkuacha lhalla.
Nhadkza jajuachan tu lla’,
nhutnhú bédbitbi ser gol,
nhunhú blleéll, nha bitbi yinne byion.
Ch’lhojzé guklhalla gunha yelnbán nhi,
guklhalla yalanha duxhén da babenha.

Ka llkaklha ba nkuach ba ntekw yel’ guten
nhada,
kánha tu bayial baxhua’.

Kat balhakze yelnbán’ chii kiá
da llaklhén yalha’ lhawue da’li…
da nhák tu yi’ chách xhén betj ye’ba
nha guklhenen bachennto l’chuanhi
nháll bachhene lhallan.

Bixhá ka bayane lhallan
nhall gulen nhada ki:
Bixchén chhnabzo ga’ta nhada
enchaa lhuen nhapo dol’
bixchén lltúbslho nhada
daka byúlho xnheze;
llaklho cha’ ya’tu alm kúb’ko
nayasélte ye’ban,
¡Bnabkelho ya’tu bwe’ko
nha basyullkzé blue lhawo
yell’liunhi!

Mario Molina Cruz, uno de los poetas mayores de la lengua zapoteca, originario de Yalálag, Villa Hidalgo, Oaxaca, falleció con la llegada de la primavera, el pasado 21 de marzo. Promotor cultural, creador y difusor de la lengua zapoteca de la sierra, recopiló mitos, tradiciones y leyendas de su pueblo, fue fundador de la Asociación Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas, y sobre todo, un sensible observador del Mundo y sus pequeños, innumerables mundos. En “La niña Libertad”, dedicado “a Chiapas” en 1994, escribía: “Rugieron los volcanes del sur/ y la selva entendió el dolor,/ el silencio desbordado/anunciaba la hora lastimera/ incontenible como todo parto”.

Sus principales libros de poesía son Ya’ byalhje xtak yejé/Volcán de Pétalos (1996), Ga ‘bi’yalhan yanhit benhii ke will/ Donde la luz del sol no se pierda (2001) y la antología Ofrenda de palabras/ Luá ke dillé (2004). Como narrador le debemos Xitille Ziku Belé, lhen bene nhálhjew ke Yu’Bzao/Pancho Culebro y los naguales de Tierra Azul (2008), así como La guajolota y sus pupilos: fábulas de fin de siglo (1997) y Los cuentos de Lachibeyid (2003). Como promotor de la literatura indígena, El arcoiris atrapado (1995) y los ensayos de Primeras interpretaciones de simbolismos zapotecos de la Sierra de Juárez de Oaxaca. Fue antologado y estudiado por Carlos Montemayor, Víctor de la Cruz y María de los Ángeles Romero Frizzi. Ojarasca publicó poemas suyos en repetidas ocasiones.

Miguel León Portilla escribiría de él: “Es en verdad un creador. En esto se asemeja al dios que crea un mundo en el que actúan hombres y mujeres. Pero en su obra acude a su propio y rico caudal de vivencias”.