No a la contaminación transgénica en Campeche
Sí a la miel y al sagrado maíz
“Es bueno saber cuan diferente es la necesidad del indio y la necesidad
del blanco. Al indio le basta para su sustento un cuartillo de maíz; al
blanco no le basta un almud. Se debe esto a que el indio come y bendice su
tranquilidad, mientras el blanco come y desesperado guarda todo lo que
puede para mañana. El blanco no sabe que una jícara no lleva más agua
que el que señalan sus bordes. La demás se derrama y se desperdicia”.
Jacinto Canek
Para los mayas de la Península de Yucatán hablar de maíz es hablar de la vida, del regalo de Dios para los que somos hombres y mujeres de maíz, Kilich Ixiím nos enseñaron a decirle las abuelas y los abuelos, que significa Santo Maíz, pero ixiím también nos dice que es el seno de la mujer, x-im el seno de la madre tierra que nos alimenta, por eso decimos que la tierra es nuestra madre y el maíz el alimento sano e indispensable que nos provee.
Ésta es la principal razón de que ahora las amenazas que enfrenta el maíz sean una amenaza para los pueblos que somos de maíz. Por la misma razón decimos que podemos entender la vida de los pueblos mayas a través de la observación de los maíces de la zona. Si un maíz esta débil o está desapareciendo, de la misma manera se encuentran los pueblos, pero si el maíz es fuerte y abundante, de la misma manera estará la organización y la resistencia de los pueblos. Es por eso que señalamos que para hacer una real defensa de nuestras semillas nativas es importante fortalecer la identidad de nuestros pueblos indígenas, pues un pueblo con identidad fuerte, aunque le roben o contaminen su maíz siempre regresara a él. Por el contrario, un pueblo con la identidad perdida, aun teniendo semilla propia la despreciará.
En estos tiempos en la península de Yucatán nos enfrentamos a una grave amenaza: la soya transgénica, que desde el 2011 comenzó a hacer sentir sus efectos en uno de los frentes de la soberanía alimentaria de los pueblos indígenas de Campeche, la miel.
Los mayas tenemos una producción integral en la milpa, en ella se encuentran una diversidad de cultivos, por eso los que somos mayas respetamos y admiramos la diversidad que hay en el mundo, porque eso aprendemos en las milpas y la miel es parte de esta diversidad.
El estado de Campeche es uno de los principales productores de miel en el país y el 70 por ciento de esta producción se exporta hacia la Unión Europea. Los mayas de la región nos dedicamos a la apicultura y somos quienes sufrimos más la amenaza de la soya transgénica en la zona, pues en 2011, 42 toneladas de miel fueron detenidas en la Unión Europea por la sospecha de que estaban contaminadas. En febrero de 2012 esa sospecha se confirmó, la miel está contaminada con el polen de la soya transgénica que se sembró en el estado. Si esto es preocupante, lo es más aún el hecho de que para este año el gobierno autorizó la siembra de 30 mil hectáreas de soya transgénica a la empresa Monsanto en la península de Yucatán.
30 mil hectáreas parece un número sencillo, sobre todo cuando se le compara con los 20 millones de hectáreas de soya sembrada en Argentina, pero no lo es. Para nosotros, ese espacio es parte de nuestro territorio, es el lugar donde vivimos, donde esta nuestra relación en armonía con la naturaleza, donde tomamos lo necesario para vivir y lo agradecemos. Es el territorio donde vivimos, donde renace nuestra cultura en cada generación, donde sembramos la milpa, es esa sociedad recíproca de la milpa, donde un cultivo alimenta al otro y se conforma una comunidad de vida.
Por esta razón nos pronunciamos en contra de la siembra de semillas transgénicas, porque no queremos contaminación en nuestra miel, en nuestra alimentación, en nuestro aire, porque no queremos devastado nuestro territorio, porque decidimos seguir viviendo y resistiendo como mayas, porque decidimos seguir siendo una comunidad de vida.
Álvaro Mena
Como parte de la asociación Ka Kuxtal Much Meyaj, Hopelchén, Campeche, es miembro de la Red en Defensa del Maíz, que celebra ahora sus 10 años. De ella dice: “Somos una comunidad de vida, donde nos apoyamos unas organizaciones a otras en todo el país, donde encontramos lo que necesitamos y compartimos lo que tenemos, donde podemos decir con toda confianza y fortaleza, no a los transgénicos en la península de Yucatán, México y el mundo”.