Suicidio e indignación en Grecia
n los últimos días Grecia ha sido nuevamente escenario de fuertes movilizaciones contra la precariedad, los recortes, la falta de seguridad social, el desempleo… en resumen, contra la falta de esperanza para los de abajo, quienes desbordan nuevamente las calles y plazas, se enfrentan sin miedo a la policía, gritan su indignación e intentan organizar los pasos siguientes.
El suicido del trabajador griego Dimitris Christoulas, de 77 años, conmocionó a una Grecia lastimada desde que en 2009 les anunciaron que a pesar (o por eso mismo) del glamur que exhibieron en las Olimpiadas, el país no contaba con capital y tendrían que pedir prestado al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la Unión Europea. Era el principio del fin.
Durante estos casi tres años el pueblo griego no ha soltado las calles. Mientras, la vida cotidiana se precariza a pasos agigantados. Las medidas que se aprobaron el 29 de junio de 2010 se sienten en las casas, los centros de trabajo, las escuelas y en toda la vida diaria. Son esas medidas: aumento de impuestos para la mayoría de la población, privatizaciones de empresas estatales y recortes severos a la seguridad social, las que llevaron a la muerte a Dimitris, razón por la que la gente grita que no se trató de un suicidio, sino de un homicidio perpetrado por el Estado.
Desde 2010 se empezaron a reportar en Grecia desmayos de niños en las escuelas por problemas de desnutrición. Y también desde ese año se hablaba ya del incremento en la tasa de suicidios. Datos del ministro griego de Protección Civil advierten que desde 2009 los suicidios consumados y en tentativa aumentaron 22.5 por ciento, con un total de mil 727 registros en este trienio.
Otros datos representativos: la tasa de desempleo en tierras helénicas es de 20.9 por ciento en general, pero casi la mitad de los jóvenes (48 por ciento) permanecen parados, sin futuro. Y el número de personas sin casa subió 25 por ciento en los últimos tres años, al tiempo que 27 por ciento de la población enfrenta riesgo de pobreza o exclusión social.
Hoy de nuevo Grecia está en llamas. La plaza Syntagma está colmada de gente indignada y desde el miércoles 4 de abril no han cesado las movilizaciones: No ha sido un suicidio. Ha sido un asesinato. Que no nos acostumbremos a la muerte
, se advierte en una pancarta.
“…No puedo encontrar otra solución, salvo un fin decente, antes de empezar a buscar comida en la basura para alimentarme”, escribió Dimitris antes de darse un tiro afuera del Parlamento de Atenas.