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El pecado social de la injusticia tiene en la pobreza a la mitad del país: Rivera Carrera

Corrupción de autoridades que debieron combatir el crimen, raíz de la violencia

En la misa crismal llamó al perdón y a la reconciliación, así como a no perder la esperanza

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El cardenal Norberto Rivera durante la ceremonia de lavatorio de pies a 12 estudiantes del Seminario Conciliar de México en la Catedral MetropolitanaFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de abril de 2012, p. 12

El cardenal Norberto Rivera Carrera aseguró que la violencia que vive México tiene sus raíces en el pecado social de la injusticia que mantiene en la pobreza a la mitad del país; en la corrupción de autoridades inmorales que fueron y siguen siendo cómplices del crimen que debieron combatir; en el desmoronamiento de los valores cristianos y morales y en el libertinaje y egoísmo.

En la misa crismal, el también arzobispo primado de México refirió que la situación en la que tienen al país los criminales desalmados que no tienen por padre a Dios, sino al maligno hace creer a muchos que la maldad llegó para no irse jamás o que habitamos en un reino de tinieblas cuyo fruto de corrupción, perversidad y muerte está a la vista.

No obstante, llamó a los mexicanos a no perder la esperanza, porque el mal no tiene la última palabra, sino el amor, el perdón y la reconciliación.

Durante la ceremonia religiosa en la que clérigos de la arquidiócesis de México renovaron sus promesas sacerdotales y en la cual bendijo los óleos, Rivera Carrera insistió en que la violencia no surgió de la nada, sino de la desigualdad social y la corrupción, de la perniciosa libertad y el relativismo y como fruto de una sociedad que ha perdido su alma y justifica al mal como bien y que ha puesto como dios al dinero y como fin la consecución del placer sin límites.

Criticó a aquellos que en búsqueda de falsos paraísos recurren a matar, corromper y pervertir y violentan las leyes humanas, tan minadas por la impunidad y la corrupción y pasan por encima de la ley divina. Sin embargo, advirtió a los delincuentes que, al menos de la ley de Dios, no escaparán, aun cuando piensen en su mente pervertida que es posible conciliar la fe con su actividad monstruosamente inmoral y antievangélica.

Afirmó que quienes realizan actividades criminales actúan como verdaderos anticristos, pues se oponen a la enseñanzas de Jesús y a su evangelio al estar matando, secuestrando, extorsionando, robando y destruyendo la salud de millones de jóvenes en todo el país.

Sostuvo que la situación de inseguridad que experimenta México hace patente que la pasión del Señor no es un acontecimiento del pasado, pues sigue haciéndose presente hoy mismo, y agregó que actualmente contemplamos con horror la muerte de tantos inocentes, víctimas, como Cristo, de una gran violencia ejercida por criminales desalmados (...) El mal pese a su destrucción aparatosa, y publicitada incesantemente por los medios de comunicación, no tiene la última palabra”.

Por la tarde en el contexto de la misa de la Última Cena expuso que la Pascua no debe significar solamente un rito, sino que debe ser el paso del hombre viejo al hombre nuevo; el paso de la esclavitud a la libertad y de un modo de vivir una vida nueva.

Remarcó que la Pascua también supone renuncia y dolor, pero lleva consigo la libertad y la alegría de una vida nueva; la Pascua debe ser liberación de las esclavitudes que padecemos, pero sobre todo liberación del pecado.

Durante la ceremonia litúrgica que ofició en la Catedral Metropolitana, Rivera Carrera, a semejanza de lo hecho por Cristo, quien lavó los pies a sus discípulos, hizo lo mismo con 12 estudiantes del Seminario Conciliar de México.