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El libro fue enriquecido con un paréntesis alusivo de la mexicana Bárbara Jacobs

La Niña es una historia perturbadora que borda entre la locura y la pesadilla

Primera versión en castellano de la obra de la poeta y narradora austriaca Christine Lavant

 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de abril de 2012, p. 6

Una historia perturbadora entre lo demencial y lo pesadillesco. Así fue descrito el relato La niña, de Christine Lavant (1915-1973), durante la presentación del libro que lo contiene, efectuada la noche del jueves en Casa Lamm.

Publicada originalmente en 1948, se trata de la primera versión en castellano de la obra de la poeta y narradora austriaca. Esta nueva edición, debida a AUIEO ediciones, fue enriquecida con un texto alusivo de la autora mexicana Bárbara Jacobs, a manera de paréntesis, así como ilustraciones de Fabricio Vanden Broeck.

Los comentarios del volumen estuvieron a cargo de los escritores Julio Patán, Nicolás Alvarado y la propia Jacobs, colaboradora de La Jornada, quienes coincidieron en sus percepciones sobre la naturaleza fantasmagórica y desoladora que prevalece a lo largo de dicho relato.

En él, de acuerdo con una síntesis proporcionada por la editorial, se narra la rutina de una niña en un hospital, ¿o manicomio?, donde puertas, pasillos, colores, batas y pacientes esbozan un paisaje vaporoso e inadvertido, que arraiga en las plagas profundas del yo, que templa su furor en la fatal visión del otro.

Según Jacobs, se trata de una obra magistralmente lograda por Christine Lavant, debido a que cumplió con creces con uno de los principales anhelos de todo escritor: ponerse en los zapatos de su personaje y, con ello, transmitir ese sesgo de vida tan abrumador y angustioso que prevalece en la niña, algo peor que el miedo.

Para Julio Patán, la lectura de este texto de la austriaca le trajo a la cabeza a Henry James en Otra vuelta de tuerca o a Carlos Fuentes en Aura, debido a la similitud en el manejo de atmósferas irreales y fantasmagóricas: “El de La niña es un retrato de la no consciencia, acaso de la locura, no lo sabemos. Lo evidente es que es un relato inasible, fantasmal”.

Nicolás Alvarado coincidió con la óptica de su colega y agregó que la obra de Lavant le evoca a James Joyce y, en ciertos pasajes, a Miguel de Unamuno.

Se trata de un gran libro sobre la falta, en términos del sicoanálisis lacaniano. No sabemos si la historia se desarrolla en un hospital, un manicomio o incluso en la cabeza de la narradora. Incluso desconocemos si en verdad es una niña, destacó.

Lo más conmovedor es que habla de una experiencia personal, algo que tiene que ver sobre una experiencia desgraciada, el sentimiento trágico de la vida. Allí tenemos a Joyce y Unamuno (...) Es también un libro kafkiano: nos recuerda que no hay escapatoria.

Sobre el texto de Bárbara Jacobs incluido en el citado volumen, Alvarado y Patán destacaron la pertinencia de que no fuera un prólogo, prefacio o posfacio, sino un paréntesis ubicado justo a la mitad del relato.

Como ocurría antes en el cine, explicó Alvarado, esa intervención de Bárbara es una especie de intermedio, una herramienta de iluminación, pues ayuda a digerir lo que se lleva leído hasta ese momento y hace las veces de aperitivo para lo que sigue.

Por su parte, Patán subrayó como una de las virtudes de este texto intermedio su capacidad de entender y jalar hacia la atmósfera enrarecida, de incomprensión que la autora austriaca desarrolla en su relato. Una atmósfera del sinsentido, sostuvo, dentro de la ingenuidad de una niña.

De acuerdo con AUEIO ediciones, Christine Lavant es una de las voces más líricas y visionarias de la literatura en alemán del siglo XX. Autodidacta, aislada de todo contexto social y literario, enferma, crónicamente al margen de la locura, vivió su ejercicio poético en la concentración de un silencio votado a penetrar en el estado de atención. Mujer de profunda fe cristiana, y de arrebatos sacrílegos, ha sido comparada con Hildegarda von Bingen o Teresa de Ávila. Lectores que han reconocido la dignidad de su palabra fueron Paul Celan e Ingeborg Bachmann. Thomas Bernhard curó una antología de sus poemas. En 1970 el gobierno de Austria le asignó el Gran Premio Nacional de Literatura y la publicación de su obra poética completa.