Desde que llegó al poder en 2007 el desempleo en Francia ha crecido 35 por ciento
La quinta potencia mundial tiene 8 millones de pobres y una grave pérdida de poder adquisitivo
proxenetismo en banda organizadapor los jueces que ven el caso del hotel Carlton de Lille (norte de Francia) y fue puesto bajo control judicial, indicaron sus abogados y el fiscal. El ex funcionario salió libre tras pagar una fianza de cien mil eurosFoto Reuters
Martes 27 de marzo de 2012, p. 25
París, 26 de marzo. Como era de esperar, con la tragedia de Toulouse (tres soldados, tres niños y un profesor de una escuela judía asesinados), el presidente que busca la relección, Nicolas Sarkozy, cabalga en su yegua favorita: la trilogía inseguridad, delincuencia y terrorismo. Muerto el asesino, Mohamed Merah, un joven francés nacido en Toulouse, por las fuerzas del RAID (unidad de élite de la policía francesa), ya poco se sabe de las investigaciones a cargo de la sección antiterrorista de la policía judicial (SDAT). Con la detención, ayer domingo, de su hermano Abdelkader, bajo cargos de complicidad en asesinatos y asociación delictuosa con vistas a preparar actos de terrorismo, parece orientarse la SDAT hacia la teoría del complot.
En un mitin del pasado sábado en Rueil-Malmaison, Sarkozy ha confirmado su propuesta de nuevas leyes destinadas a luchar contra el terrorismo, como prohibir la consulta de los sitios web que hacen apología y castigar con penas de cárcel a los usuarios que infrinjan la ley. El candidato parece haberse olvidado por completo de las preocupaciones de los franceses en la campaña electoral: el creciente desempleo, el alza de los precios y la pérdida del poder adquisitivo.
Según cifras recientes, cada día en Francia pierden su empleo unas mil personas. En Francia metropolitana (es decir, sin contar los departamentos y regiones de ultramar, donde el desempleo anda por los cielos), casi 2 millones 900 mil personas (10 por ciento de la población económicamente activa) están sin trabajo, de las cuales parte recibe algún subsidio. En un año el desempleo ha subido 5.6 por ciento, y 35 por ciento desde la llegada al poder de Nicolas Sarkozy, en 2007. Si a eso se añade el número de personas que tienen empleo de tiempo parcial, la cifra llega a 4 millones 300 mil 700.
Durante décadas fue tabú en Francia hablar de sus ingresos. Los regalos fiscales hechos a los más ricos por el gobierno de Sarkozy, como las enormes primas ofrecidas a los dirigentes despedidos de las más grandes empresas del país, han soltado la lengua. Y Francia, quinta potencia mundial, descubre que tiene ocho millones de pobres (12 por ciento la su población) –muchos de ellos jubilados o mujeres solas con niños– que sobreviven con 300 a 900 euros al mes. El nivel de pobreza en Francia está calculado en 900 euros.
Lo que se suele definir como clase media tiene ingresos de entre mil 160 y 2 mil 130 euros. Un 10 por ciento de los trabajadores cobra el salario mínimo (SMIC) de mil 72 euros al mes por 35 horas/semana. El 50 por ciento gana menos de mil 500 euros, el 70 por ciento menos de 2 mil 200 y sólo 3 por ciento más de 4 mil 600 euros.
Los candidatos saben que ganarse la clase media, más de 6.5 millones de personas en actividad, es tener la posibilidad de ganar la elección presidencial. Pero la diversidad misma de esa clase media, entre artesanos, técnicos, maestros, profesores, comerciantes, jefes de pequeñas o medianas empresas y otros, hace compleja la respuesta a sus demandas. Cinco años de política antisocial, la presión fiscal, las nuevas reglas de la jubilación, las restricciones en materia de salud y el alza de los seguros, el precio de los alimentos, el aumento del IVA, de la gasolina, del gas, de los costos en educación, el inalcanzable precio de la vivienda (que es el rubro más difícil para la mayoría de los franceses al llevarse entre 20 y 50 por ciento del presupuesto familiar), han desatado un gran descontento. También se nota gran preocupación en cuanto al trabajo. Al igual de las categorías más modestas, la clase media depende del mercado del trabajo, pero, quizá como nunca, se ve golpeada por la creciente precariedad en materia laboral y amenazada por el desempleo.
Poco se sabe de las intenciones de voto de la nebulosa clase media
. Si muchos maestros y profesores no piensan votar por Sarkozy en rechazo a su política de supresión de empleos (otros 14 mil para el próximo periodo escolar), por las muchas e ineptas reformas impuestas sin concertación ninguna, por el golpe a la edad del retiro y al monto de las pensiones, tampoco es garantía para que voten el 22 de abril.
Según las encuestas, se estaría notando una tendencia al alza del abstencionismo. Por desencanto seguramente. Por incredulidad también, frente a muchos candidatos que proponen siempre lo mismo.
Las próximas semanas deben ser decisivas en una fuerte batalla ideológica para dar a entender que lo que se está jugando en estas elecciones no es únicamente la derrota y la salida de Sarkozy. Es la oportunidad de un cambio verdadero en el que participe la gente. Es la construcción de unpaís solidario, abierto y ciudadano frente al peligro de una deriva hacia un país violento donde se seguirán cultivando el racismo y el odio hacia el otro.