a demanda civil contra Ernesto Zedillo Ponce de León en Estados Unidos por su responsabilidad en la masacre de Acteal el 22 de diciembre de 1997 ha abierto una reflexión y un debate sobre su permanencia en la política mexicana, y sobre su responsabilidad en la reproducción del autoritarismo del Estado mexicano y la violación a los derechos humanos.
El ex presidente mexicano y los intelectuales orgánicos han cultivado la leyenda de que se encuentra alejado de las grandes decisiones nacionales, y de que desempeñó un papel fundamental en la democratización del país y en la instauración de un estado de derecho. Él mismo lo ha dicho como defensa a raíz de que fue acusado en Estados Unidos.
Ambas acusaciones son cuestionables. Como mandatario, Zedillo construyó un entramado institucional para construir un poder transexenal que le ha sido enormemente eficaz. Con discreción, sin tener que pagar los costos de una injerencia política directa, influye en aspectos centrales de la política nacional. Ese poder ha servido para consolidar el proyecto neoliberal en México y tratar de silenciar las graves violaciones a los derechos humanos cometidos durante su gobierno.
Aún falta armar el gran rompecabezas que permita identificar la poderosa red de poder transexenal que Ernesto Zedillo construyó en el ámbito jurídico, político y económico, que ha sido capaz de blindar el modelo neoliberal que él profundizó y que busca garantizar su vigencia por treinta años, tal como proclamó José Ángel Gurría.
La primera pieza del rompecabezas zedillista fue una reforma judicial. Al iniciar su sexenio, EZPL promovió la restructuración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN): los 26 ministros que la integraban fueron destituidos, para crear otra con sólo 11 miembros. Para realizar este cambio constitucional contó con el voto del PAN.
Algunos compararon esa acción con un golpe de Estado técnico, similar a lo que hizo Alberto Fujimori en Perú. Uno de sus resultados netos fue que dejó fuera a nueve ministros que había nombrado el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
El proyecto neoliberal en México contó, a partir de ese momento, con un blindaje jurídico. Quien osara realizar cambios legales que amenazaran los pilares del libre mercado, debían pasar por la aduana que define, en última instancia, su constitucionalidad.
Vicente Fox gobernó con una SCJN nombrada durante el gobierno de su antecesor. A eso se llama poder transexenal. Hoy, aún ejercen cuatro ministros nombrados durante el sexenio zedillista y el próximo presidente iniciará su mandato con dos de ellos, que permanecen desde enero de 1994.
No sólo obtuvo el control político del Poder Judicial, también creó tres órganos reguladores con un diseño institucional que, en lugar de propiciar la competencia, fortaleció a los monopolios.
Otra de las reformas producto del consenso zedillista fue la reforma política que, en una muestra de soberbia, calificó como definitiva. Tal reforma fue producto de negociaciones fuera del Congreso.
El Ejecutivo le amarró las manos al PRI y en la bancada de este partido se hizo lo que el equipo de Los Pinos ordenó, pero los panistas y los perredistas sí tuvieron voz, sus propuestas fueron votadas favorablemente y vetaron a quienes consideraban cercanos al PRI. “La diputación obrera, encabezada por José Ramírez Gamero, expresó no sentirse identificada con José Woldenberg, Mauricio Merino ni Jaqueline Peschard, quienes fueron impulsados por el tricolor en las negociaciones de Bucareli” (La Jornada, 30 de octubre de 1996).
En la integración del IFE el PRI tuvo representantes impuestos desde Los Pinos. En los hechos, el presidente contribuyó a debilitar a su partido. Visto desde el presente, ese objetivo se logró con creces y permitió a EZPL encumbrarse a nivel mundial como el demócrata que logró la alternancia política.
Otra pieza del rompecabezas político fue la creación del Tribunal Federal Electoral en octubre de 1996. De nueva cuenta fueron los presidentes de PAN y PRD, junto con el equipo de Los Pinos, quienes se pusieron de acuerdo para elegir a los siete magistrados que lo integrarían.
Con una vigencia de diez años, este órgano constitucional trascendió el sexenio y fueron los miembros electos en 1996 (con una excepción) los que calificaron la elección de 2006. En otras palabras, los integrantes electos durante el gobierno de Zedillo reconocieron el triunfo de Felipe Calderón en esa contienda presidencial. ¿A quién apoyaron los zedillistas? El dato duro es que cogobiernan con Calderón.
Durante su sexenio, EZPL privatizó sectores estratégicos altamente sensibles para mantener la seguridad nacional: puertos, minas, electricidad, ferrocarriles, el gas doméstico y aeropuertos. Con esas acciones consolidó un conjunto de relaciones con empresas trasnacionales que, al término de su mandato, le permitió integrarse a laborar con firmas que se vieron beneficiadas con sus decisiones. EZPL construyó un complejo entramado de relaciones trasnacionales que le ha permitido ser, tal vez, el personaje político mexicano que mayor reconocimiento en el sector empresarial internacional.
EZPL forma parte de juntas directivas, consejos de administración y consejos ejecutivos de importantes empresas a nivel global. Es asesor de otras tantas y tiene el nombramiento de director de algunas más. Además de ser profesor, es director del Centro para el Estudio de la Globalización en Yale, consejero asesor en la Initiative for Policy Dialogue (IPD) de la universidad de Columbia. Asesor del Instituto Internacional de Economía y becario visitante del Centro para el Estudio del Gobierno Global. Además de ser miembro del Club de Madrid y del Consejo de Inter Acción.
Lo cierto es que en la reciente sesión anual del Foro Económico Global, tanto Felipe Calderón como Enrique Peña estaban deseosos de tomarse la foto
con Zedilllo. Sin duda, la cercanía con EZPL da prestigio y es la llave que abre o cierra el mar de relaciones de poder trasnacional que ha construido quien se ha convertido, para unos, en un talibán del neoliberalismo
para otros, en un prestigiado global speaker.
La pieza faltante del rompecabezas zedillista ha sido encontrada tras la investigación que desarrolló el periodista Jenaro Villamil, en la cual documenta tanto la intervención de Zedillo en el proceso de restructuración de la deuda de Televisa como los movimientos para que Emilio Azcárraga Jean tomara el control de la empresa.
El acuerdo incluyó la incorporación de miembros del equipo zedillista en puestos clave dentro de la empresa. Lo sorprendente es que son personajes que permanecen en Televisa y cada día tienen un mayor poder dentro y fuera de la empresa (Salvi Rafael Folch Viadero, Leopoldo Gómez). Así, Televisa juega un papel central durante los procesos electorales. Golpea o proyecta a personajes, partidos, empresarios u organizaciones de distinta índole.
El elemento complementario de la red de poder en el ámbito de la comunicación política son las encuestadoras. Los dueños de tres de las más influyentes tienen en común que fueron parte del gabinete de EZPL: Jesús Reyes Heroles, secretario de Energía; Liébano Sáenz, secretario particular, y Ulises Beltrán, secretario técnico de la Presidencia de la República y encuestador de cabecera. El equipo
de Zedillo controla las principales encuestadoras y una más está asociada a Televisa, su aliado mediático.
El último elemento de este entramado son los llamados intelectuales orgánicos. Su tarea es acreditar y defender el papel de la encuesta como un instrumento que orienta las preferencias electorales. Ningún candidato a la Presidencia se atreve a desacreditar las encuestas ni a sus voceros. Cuando lo han hecho, los intelectuales orgánicos se encargan de desacreditarlo. En cambio, cuando fallan las predicciones de las encuestadoras acreditadas
, el silencio de los medios y los analistas es la respuesta.
Para ver el alcance de esta pieza mediático-electoral, hay que recordar la función que GEA-ISA desempeñó en 2006. En abril aseguró que Felipe Calderón había alcanzado a AMLO. A partir de ahí, el puntero trastabilló, cometió errores, hasta que perdió. El premio a los principales socios de esa empresa fue enorme: a Jesús Reyes Heroles lo nombraron director general de Pemex y a Guillermo Valdez correspondió la titularidad del Cisen. Eso es lo que Felipe Calderón pagó por el maquillaje de una tendencia electoral, con un reconocimiento implícito al tejedor de esa red de poder mediático.
Quienes pensaron que EZPL era un tonto se equivocaron rotundamente. Creó un aparato jurídico, económico e informativo de carácter transexenal que continuará vigente por muchos años, a menos que un movimiento social de gran envergadura decida quitarlo mediante la fuerza de la organización. Sin ese giro fundamental, seguiremos peleando contra los molinos de viento y el neoliberalismo y sus defensores seguirán dirigiendo el país.
* Director de la revista El Cotidiano de la UAM-A