Sábado 24 de marzo de 2012, p. a16
El joven pianista y musicólogo holandés Ralph van Raat da en el blanco: con sus armonías simples en apariencia, su apabullante embrujo melódico y una ausencia generalizada de complejidades obvias en sus partituras, el compositor estonio Arvo Pärt ha detonado una revolución silenciosa en toda la música contemporánea.
El número de personas fascinadas con las obras de este autor crece de manera exponencial y las grabaciones discográficas se suceden con rapidez y profusión asombrosas.
El ejemplo más reciente es el álbum titulado Piano Music, cuyo intérprete es precisamente ese pianista y musicólogo, quien pone en vida seis partituras que completan prácticamente una biografía en piano de Arvo Pärt.
Inicia con las Dos Sonatinas para Piano, nada menos que el opus 1 de Arvo Pärt, compuestas entre 1958 y 1959, cuando todavía era alumno del Conservatorio de Tallin, en Estonia, con la clara influencia de Shostakovich y Prokofiev, los máximos exponentes de la música soviética, papel que habrían de relevar, pero ya desde el exilio, Alfred Schnittke, Sofia Gubaidulina y el propio Pärt.
Sigue la hermosa partitura titulada Variationen zur Gesundug von Arinuschka (Variaciones para la recuperación de la salud de Arinuschka), donde se muestra de cuerpo entero el estilo que ha fascinado a millones en el planeta: un sonido inconfundible, atractivo en grado superior, dotado de naturalidad y encanto y que reduce el discurso hasta linderos cercanos al silencio.
La repetición de tríadas de notas, el uso de muy escasos elementos y el eco de campanas, efecto logrado por Arvo Pärt gracias a su dominio de la relación entre la percepción humana y el sonido. Ese recurso técnico es conocido, porque así lo bautizó el propio autor, como el efecto tintinnabuli, o efecto de sonido de campanas (de cristal, diríase, de ensueño).
Enseguida suena Für Alina, la primera obra tintinnabuli de Pärt, que le ha ganado adeptos por millones. En Disqueros anteriores hemos recomendado esa obra, en distintas grabaciones que han aparecido consecutivamente; algunas incluyen Spiegel im Síegel, otra obra irresistible, que parece contener el cosmos entero en un solo compás, en una sola nota. Mejor: en el intersticio que existe entre una nota y la siguiente, que es el silencio.
Nuevamente la sabiduría del joven pianista de este disco: la relación que establece Pärt entre dos notas, y que producen ellas solas una partitura entera, se parece a la relación entre dos personas: su mejor compenetración, la comunicación mejor la logran en la intimidad mayor: el silencio, es decir cuando logran un nivel de lenguaje donde las palabras ya no son necesarias. Dos personas se aman tanto que están más allá de las palabras y del silencio. Así la música de Pärt nos lleva a los confines de lo humano y nos traslada, en ese viaje interior, a la parte de la divinidad que anida en lo más hondo de cada ser viviente.
Chin, ya se acabó el espacio. Habrá más discos nuevos de Pärt y seguiremos el tema. Por lo pronto, otra novedad: el álbum doble del sello EMI lo dice todo desde su título: The very best of Arvo Pärt.
El álbum que protagoniza Ralp van Raat es del sello Naxos. Cada día, también, nuevas compañías discográficas se suman al hallazgo que realizó, hace lustros, el genio alemán Manfred Eicher, fundador de la eminente disquera ECM, la primera que apostó por la música del autor estonio.
¿Busca usted paz interior? Escuche la música tintinnabuli de Arvo Pärt.