Ante 20 mil asistentes, la islandesa cerró la 13 edición del encuentro cultural
En el Nicho de la Música estallaron Cosmogony, Hunter, Mouth’s Cradle y One Day, entre otros
Sólo veo cámaras. Quiero ver sus caras en este instante
, entre las frases que dirigió al público
Viernes 23 de marzo de 2012, p. 9
Papantla, Ver., 22 de marzo. Con sorprendentes sonidos e incuestionables argumentos coreográficos/visuales la cantante islandesa Björk creó su propio universo en el cierre de la 13 edición Cumbre Tajín. Con el respaldo de 15 coristas/constelaciones, que orbitaron alrededor de 20 mil planetas, el sistema solar Björk interpretó 17 canciones, cuyo hilo conductor fue la calidad.
Poco a poco el firmamento sonoro de Björk comenzó a expandirse en el Nicho de la Música cuando sonó Cosmogony, tan intensa que transportó a su macrocosmos inmediatamente, donde ella y sus 15 nebulosas parecían salidas de un capítulo de Viaje a las estrellas; comenzaba el viaje intergaláctico. Siguió Hunter, donde Björk comenzó a dar pasitos de baile cero sensualidad y el bajo y batería sonó harto y duro, para después explotar como supernova con Thunderbolt, y provocar que sus constelaciones se separaran y reagruparan en racimos de cuatro o cinco integrantes.
La estrella central traía una abultada peluca que la hacía ver colosal. Con Hiden Place varias formas aparecieron en las pantallas y titilaron rabiosamente, a lo McLaren, y en otros momentos como rayos de preludio de vida a lo Dr. Frankenstein.
Björk se sumergió en las profundidades de un planeta oceánico y prosiguió con Crystalline, juego indelicado sobre el escenario. El movimiento de traslación del respetable aumentó al igual que su coro cósmico en You’ve Been Flirting Again. Gracias
, en español, fue la puntual respuesta.
Así, el cosmos Björk se contrajo para entonar el canto Isobel; en ese momento volteó directo hacia sus 20 mil súbditos, quienes inmortalizaban el momento, y les dijo: Quiero ver sus rostros. Sólo veo cámaras. Quiero ver sus caras en este preciso instante
. Muchos acataron la recomendación y otros siguieron atesorando el momento.
Los colores del coro de nebulosas cambiaban de acuerdo con las luces: a veces fueron azules, unas doradas y en otras más el verde predominaba. El recorrido estelar continuó con Virus y Jóga, momentos básicos en el desarrollo del concierto, ya que reafirmaron por décima vez el atinado desempeño de Björk y el séquito estelar.
Por su parte, la islandesa continuaba con sus emanaciones dancísticas cuando llegó Mouth’s Cradle; para ese entonces los asistentes a la creación ya rotaban y se trasladaban en plena armonía. Sincronizados todos en su órbita gravitacional bajo el influjo de atracción al que Björk sometió con su infrecuente, pero embrujante espectáculo visual/musical, en el Totonacapan.
La expansión del firmamento Björk continuaba, generando sustancia oscura contenida en Hollow y Pegan Poetry; éste rozó lo inmejorable. Pero fue más allá, con dos irradiaciones más, One Day y Mutual Core.
Así, comprobando que el tiempo no es lineal, sino curvo, con cronometraje exacto, el universo Björk sufrió su última contracción, con Pluto, la emanación de Náttúra y finalmente Declare Independence. Por cierto, para los que saben, la creación de galaxias, constelaciones y planetas es sólo cosa de dioses; eso fue exactamente lo que hizo Björk en Cumbre Tajín: un universo para los 20 mil asistentes.
Lejos, en otra galaxia
La noche de clausura también actuaron Hoppo!, una cosa llamada Elan y el Instituto Mexicano del Sonido.