Se establecen puentes
de comprensión en puntos de fuerte discrepancia
Jueves 22 de marzo de 2012, p. 30
La Habana, 21 de marzo. El Centro de Bioética Juan Pablo II, de inspiración católica, funciona desde hace 12 años en Cuba y uno de sus mayores logros es haber tendido puentes
de comprensión con el gobierno en puntos de fuerte discrepancia, como el aborto, las uniones homosexuales o el uso del preservativo, dice a La Jornada su director, René Zamora.
Afortunadamente no hemos chocado con un diálogo de sordos
, resume este médico, de 66 años, profesor consultante de terapia intensiva en el hospital Hermanos Ameijeiras. A pesar de las diferencias con las autoridades en esos temas polémicos, siempre ha habido el deseo explícito e implícito de buscar un cierto entendimiento, una cierta comprensión de la idea del otro. Se han tendido puentes
.
La política oficial autoriza el aborto gratuito y promueve la utilización preventiva del condón. El reconocimiento legal de uniones homosexuales todavía está en debate. Zamora explica que el objetivo principal del centro Juan Pablo II es la defensa de la vida humana, desde la que está por nacer, la concebida hasta su fin natural
.
Se aprecia una somatización de la cultura, donde el propio cuerpo se convierte en un lugar de autodisfrute hedonista y eso no es bueno, porque se pierden como punto de referencia los valores, que son los que conforman los virtudes
, añade el especialista. “No estamos de acuerdo en que haya aborto (…) entendemos que la familia no es de una pareja de homosexuales, es la unión entre un hombre y una mujer con su descendencia”.
Además de las autoridades de salud pública, Zamora cita entre sus interlocutores a Caridad Diego, a cargo de asuntos religiosos en el Partido Comunista, y a Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual y activa defensora de la diversidad sexual.
Hijo de una familia católica, miembro de la Academia Pontificia por la Vida y encargado del equipo médico que atendió a Juan Pablo II en 1998, Zamora también es parte del Comité Cubano de Bioética de la Academia de Ciencias, una institución oficial cubana. Hace más de una década participó en la discusión de la primera legislación sobre trasplantes en la isla y es uno de los asesores del Ministerio de Salud Pública en cuidados intensivos.
Voté a favor en todos los puntos
, recuerda Zamora sobre la discusión de trasplantes, para ilustrar las coincidencias entre el pensamiento católico y la política oficial cubana, que también se expresan en la atención al coma y la prohibición de la eutanasia. Sobre las discrepancias, se muestra satisfecho del ambiente de discusión y subraya que también es necesario tratarlas con la sociedad.
Y es que incluso entre los fieles cubanos hay quienes tienen distancia con algunas normas de la Iglesia católica. El Plan Global de Pastoral de los obispos cubanos reconoce que casi la mitad
de los fieles se identifica con la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, el aborto y el control natal y predomina el grupo
de quienes se oponen al sexo prematrimonial.
Zamora recuerda que después de su primer congreso en 2000, con 600 participantes, el mensaje del Centro de Bioética se ha expandido y ahora llega en forma regular a casi 5 mil cubanos en todo el país, entre profesionales y estudiantes de diversas disciplinas.
El centro mantiene un diálogo permanente sobre ética con la Oficina del Programa Martiano, que dirige el veterano líder revolucionario Armando Hart; intercambia profesores con la Universidad de La Habana para impartir maestrías en ambas instituciones y tiene visitas de trabajo recíprocas con la Escuela Latinoamericana de Medicina. El posgrado de Juan Pablo II se imparte en cuatro sedes en el país y su título tiene el respaldo de la Universidad Católica de Valencia, con validez en la Unión Europea.
Afiliado a la Federación Latinoamericana de Bioética y a la Confederación Internacional de Etica Personalista, el centro cubano también sostiene intercambios con decenas de universidades en el mundo, publica una revista, tiene su sitio web y este año iniciará su trabajo editorial, con un libro que resume 14 tesis de la maestría.
Eso hace que el centro esté presente en la vida ciudadana, tal cual hubiera querido Juan Pablo II
, apunta el director.
Por su parte, el grupo Pro-Vida Cuba coincide con los objetivos de Juan Pablo II, pero es una organización distinta, con un campo de acción reducido a los templos y al contacto con jóvenes y familias católicos. Surgió en 1995 y busca disuadir el uso del condón y los anticonceptivos y de recurrir al aborto.
Hacerse un aborto en Cuba es lo más fácil que hay en el mundo
, deplora la dirigente del grupo, María Concepción Morales Peralta, médica internista del hospital materno infantil del municipio de Guanabacoa, en la periferia de La Habana. “La primera pregunta que le hace un médico a una mujer cuando le diagnostica embarazo es: ‘¿te lo vas a dejar?’ Y la misma pregunta repiten la madre y la vecina”.
“Lo que tratamos nosotros, donde nos dejan, que siempre es en las iglesias, es llevar el mensaje del inicio de la vida humana. Tratamos de llevar un mensaje positivo, no nos gusta el ‘no al aborto, sí a la vida’. Primero decimos sí a la vida”.
El grupo actúa en casi todo el país, cuenta su directora. Surgió con el respaldo de la Asociación de Defensa de la Vida de Costa Rica; difunde el método de autoanálisis de la fertilidad que creó el médico católico australiano John Billings (1918-2007) y tiene programas de apoyo a embarazadas y madres solteras, uno de los cuales tiene un taller de artesanía financiado por ProVida de Italia.
También mantiene intercambios con otras agrupaciones similares, como Human Life International, con sede en Virginia, Estados Unidos, y Pro-Vida de México, en particular con su presidente, Jorge Serrano Limón.