Jimmy Sabater y otros figurones
unque tarde, mi más sentido pésame a mi asere, George Knight. Tarde también escribo por el deceso de Jimmy Sabater, pailero y cantante con quien tuve el gusto de trabajar en dos ocasiones. La primera, aquí en México, en el desaparecido centro nocturno Los Globos, en la visita que hizo el sexteto de Joe Cuba a nuestro país. La segunda, en Nueva York, ocasión en que Joe Cuba me invitó a trabajar con él, eso fue llegandito
a la gran manzana.
Déjeme decirle, mi enkobio, que nos conocimos en 1963 en el Hollywood Palladium, en Los Ángeles. Jimmy formaba parte del sexteto de Gilberto Calderón (nombre real de Joe Cuba) y, como dicen por allá, con un album exitosísimo y, por tanto, pegadito
, donde To be with you y A las seis vienen a mi memoria y dan pie a que les platique de un grupo que nos causó grata impresión. To be with you interpretada por Jimmy, A las seis y otras por Cheo Feliciano. Los demás integrantes del grupo eran en el piano Nick Jiménez, en el vibráfono Tommy Berrios, en el bajo Slim Cordero, en los tambores, por supuesto, Joe Cuba, y la verdad sonaban de bala.
Compartimos tarima en el Palladium, el Club Havana (sic) y tuvimos una descarga sensacional en casa de Elma y El Capitán, paisanos que ofrecieron una fiesta extraordinaria. En esa ocasión estuvimos seis meses en territorio pecoso por medio de Chucha La Gorda, Óscar Narváez y Chico Sesma. Empezamos en Houston y terminamos en Los Ángeles. Más tarde Ramiro Cortés nos hizo recorrer todo California para llegar a Las Vegas por medio de Eddy Montes. Alternamos también con Orlando Marín, René Bloch, Benny Velarde y los Hermanos Escovedo, Pete y Coke, padre y tío de Sheila Escovedo.
Volviendo a Jimmy Sabater, la verdad fue un placer trabajar con él. En Nueva York fui también compañero de Eddie Martínez, pianista colombiano, del que se dicen y se saben muchas cosas extraordinarias. No escribo esto para presumir, pero al recordar a Jimmy Sabater salieron a colación estos personajes que tuve la oportunidad de conocer; además, en estos tiempos de tanta tecnología ya no se puede mentir. Sinceramente, me puedo considerar afortunado, he podido conocer a la mayoría de figuras, como decía El Burro Valdés, las de de veras.
Haciendo a un lado el malinchismo, es justo reconocer a los soneros mexicanos que no sólo admiré, sino de los que también recibí enseñanzas que me sirvieron para ir navegando por los mares del delicioso son cubano. Los iré nombrando por orden de aparición. Empezaré por Eduardo Lara, quien durante algún tiempo estuvo con los Guajiros del Caribe, más tarde Tony Camargo, Julio del Razo, Lalo Montané, Cabezón Téllez y los que me faltaron que me perdonen, pero los ya nombrados están a la altura de cualquiera. No puedo dejar de recordar a Panchito Morales, ya que fuimos compañeros en algunas ocasiones.
Como antes dije, he sido afortunado al escuchar a tanto intérprete de aquí, allá y acullá, para que los jóvenes aficionados al son sepan que aquí en México también hubo muy buenos. También brillaron mexicanos en Laredo, Ciudad Juárez, Mexicali, Tijuana, Veracruz y Puebla, que tuvo un conjunto comandado por El Médico Miguel Aguiar, que hizo época con elementos como El Viejo Luis, Agapito Silva, Cabezón Téllez, Pablo Zamora, Julio del Razo, grupo que también dio cabida a Florecita, Carabela y Cheo Marquetti. Así que sencillamente, eso era un trabuco.
Aquí en chilangolandia hubo muy buenos conjuntos y, sobre todo, fuentes de trabajo. En Veracruz el conjunto Anacaona y el Veracruz de Víctor Olivares Valeque, ponían a gozar al puerto. Todo esto me ha dejado un torrente de recuerdos, por eso aquí les refrendo mi admiración a Chucho Rodríguez y Arturo Núñez, dos orquestas con estilos diferentes, pero con mucha calidad.
De los cubanos que estaban entre nosotros la mayoría eran figurones: Clemente Piquero Chicho, Modesto Durán, Ramoncito Castro, Mariano Oxamendi, Eduardo Periquet, Andresito López Mucha trampa, Antar Daly, Vicentico Valdés, Kiko Mendive, Benny Moré, Yeyo Tamayo, Pérez Prado, que son los que están en mi memoria. Sin jactancia, con todos ellos trabajé. Miguelito Valdés solía viajar muy seguido a nuestro país y con Mango llegué a grabar. Por fortuna pude compartir tarima con soneros de otros lares.
Más o menos han sido 66 años de no trabajar, porque para mí vivir del son cubano ha sido un regalo de Dios y con toda sinceridad le digo, mi enkobio, que si me voy mañana me iré contento, porque lo bailado quién me lo quita. Le adelanto, monina, que el libro va, porque confío plenamente en Iván Restrepo y en el Chino Maraquero, que son los de la idea.
Pero a usted, mi asere, todo mi agradecimiento por haberme soportado y seguirlo haciendo, que eso me permite estar en contacto con usted a quien le deseo un cúmulo de parabienes. ¡Vale!