a semana pasada falleció en Boston la economista Alice Amsden, una de las principales especialistas en materia de estrategias de desarrollo en los países de reciente industrialización. Su trabajo es referencia obligada para cualquier reflexión sobre crecimiento sostenido en el marco de un proceso de industrialización acelerada. En sus reflexiones se cruzan los grandes temas sobre el mercado, el papel del Estado y las restricciones impuestas por el régimen de comercio internacional.
Al iniciarse la década de los años 90, el neoliberalismo como ideología y práctica política se iba imponiendo en la mayoría de los países subdesarrollados. La crisis de la deuda de la década anterior aparentemente había quedado atrás. Ahora se trataba de establecer las nuevas bases de la estrategia de desarrollo.
Una pregunta flotaba en el aire: los países exitosos de Asia, en especial Japón, Corea del Sur y Taiwán, ¿a qué debían sus logros? Estos eran los países que habían experimentado un proceso de industrialización tardía y eran objeto de admiración por sus altas tasas de crecimiento sostenido y su desempeño espectacular en el comercio internacional. Así que era lógico preguntar cuál había sido su estrategia.
La respuesta desde la perspectiva neoliberal era que habían mantenido una política macroeconómica sana y habían favorecido la inversión privada. De este modo, conservando los agregados macroeconómicos en equilibrio, las fuerzas del mercado libre habían canalizado los recursos de manera adecuada y eso explicaba el triunfo económico de esos países. El éxito en materia de exportaciones fue también presentado como resultado de una política de apertura comercial y de liberalización frente a la inversión extranjera. Así que el auge económico en esos tres países era publicitado como consecuencia de dejar a las ventajas comparativas manifestarse libremente en el contexto de precios ‘correctos’ (no distorsionados) y en medio de un entorno de política amistosa con los mecanismos de mercado. Los logros del modelo asiático eran exhibidos como consecuencia lógica de la aplicación del paquete de políticas neoliberales. Desde los años sesenta se elaboraba ya una gran falsificación histórica sobre este tema, primero con Japón y después seguirían Corea y Taiwán.
Las investigaciones de Alice Amsden llevan a otra conclusión. Para empezar, el buen desempeño exportador se explica porque esos tres países se concentraron en construir ‘ventajas competitivas dinámicas’. Este es un concepto radicalmente distinto del de las ventajas comparativas y coloca el acento en el aprendizaje y la adquisición de capacidades tecnológicas. Así, mientras las ventajas comparativas dependen de cosas como la dotación de recursos naturales o la abundancia de mano de obra, las ventajas dinámicas obedecen a una política deliberada en materia de tecnología y de inversiones. Corea del Sur, lo hizo notar Amsden, muy pronto se dio cuenta de que si continuaba concentrándose en actividades como la agricultura o la industria ligera (confección de ropa) nunca saldría de la trampa de la baja productividad. Había que aplicar una estrategia deliberada para escapar de ese agujero.
En 1989 Amsden mostró cómo la estrategia coreana pasó por una primera fase de reconstrucción después de la guerra (fase que incluyó una reforma agraria). Siguió una segunda etapa de fomento de exportaciones y fuerte proteccionismo frente a las importaciones: los exportadores fueron ayudados por un régimen de múltiples tipos de cambio y créditos subsidiados. Pero los apoyos no iban sin condiciones en materia de creación de empleo, penetración en el mercado internacional y generación de capacidad tecnológica. Un tercer escalón estuvo integrado por el apoyo decidido a industrias pesadas (acero, petroquímica, metales no ferrosos, barcos) e industrias de alto contenido tecnológico (electrónica y máquinas herramienta).
A lo largo de este proceso, la intervención del gobierno de Corea mantuvo lo que los neoliberales denominan ‘precios distorsionados’. Uno de los dictados de la teoría económica del neoliberalismo es que hay que evitar ‘distorsionar’ los precios del mercado para que éste proceda a asignar los recursos de manera eficiente. Muchos estudios presentaron desde los años sesenta el ejemplo de Japón y Corea como muestra de que el camino a seguir pasaba por la apertura comercial y la reducción de la intervención gubernamental. El análisis de Amsden destruye esa interpretación y muestra que con frecuencia es necesario mantener precios ‘equivocados’ para alcanzar el camino ‘correcto’.
A diferencia de muchos economistas de escritorio, Alice Amsden nunca tuvo miedo de introducirse en las naves de producción industrial y caminar entre grúas y cables de alto voltaje. Su profundo conocimiento de los procesos industriales le permitió comprender las estadísticas y cuentas agregadas como pocos investigadores. Las conclusiones de sus análisis son de gran relevancia para la redefinición de una estrategia de industrialización en México.
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