El entendimiento entre mujeres y hombres es complicado en parte porque biológicamente existen diferencias en los cerebros de ambos. En las relaciones de pareja, amistad o familiares entre los géneros a veces son habituales pasajes como: Siento que no me entiendes, Bájale a la televisión, ¿No sabes orientarte?, Disculpa, olvidé tu cumpleaños, cuyo origen, la mayoría de las veces, radica en que la materia gris femenina y la masculina funcionan de manera distinta.

Georgina Montemayor, del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que a las diferencias cerebrales hay que sumar la formación social y cultural de las personas.

En la mujer, dice, se presenta mayor comunicación entre el hemisferio izquierdo y el derecho, lo cual favorece que sean capaces de realizar varias cosas a la vez. Podemos trabajar en la computadora, hablar por teléfono, ver el televisor, escuchar si tocan a la puerta, todo al mismo tiempo.

En cambio, los varones están lateralizados, pues la comunicación entre sus hemisferios cerebrales es más limitada, lo cual ocasiona que su visión se centre en el objetivo que buscan, sin percatarse del entorno.

Las mujeres tenemos una visión más global, mientras los hombres sólo se fijan en el punto que se trazan. O ven el bosque o los árboles; mientras nosotras vemos el bosque, los árboles, los leñadores y los peligros.

Reacción vs. análisis

Otra de las diferencias es que los hombres tienen más conexiones en la corteza prefrontal (donde se toman las decisiones), por lo que reaccionan más rápido ante eventos inesperados y analizan menos para tomar alguna determinación. Las mujeres contemplan y analizan todas las posibilidades porque poseen el sentido de la planeación a futuro. Si bien los varones son capaces de decidir con mucha mayor velocidad, cuando ellas toman una determinación prácticamente es para alcanzarla y no hay marcha atrás.

La investigadora universitaria asevera que el cerebro femenino cuenta con dos centros del lenguaje, uno en cada hemisferio. Eso ocasiona que hablen más que los hombres y tengan mejor manejo de las palabras. “Podemos decodificar rápidamente lo que la gente dice; hablamos en espiral: ‘Recuerdas la casa de Lulú, aquella roja de las ventanas pequeñas que se parecían a las de María Antonieta; sí, de la película que vimos’; los hombres, en cambio, no han terminado de codificar la primera línea cuando la mujer ya está en el octavo párrafo.”

Al no tener tantas conexiones entre los hemisferios del cerebro, los hombres no pueden poner atención a varias cosas al mismo tiempo. Por ello, cuando ven televisión no son capaces de escuchar el timbre ni si su compañera les está hablando.

Las mujeres presentan además mayor capacidad para almacenar información y evocar recuerdos, decodificar gestos faciales y reconocer variaciones de sonido más bajas, así como distinguir los olores frutales y florales.

En tanto, los hombres tienen más facilidad para orientarse en campos abiertos y para procesar espacios de temporalidad. Cuando te explican cómo llegar a un lugar, ellos siempre se manejan por metraje, y nosotras vemos detalles. Un hombre pueden decirte que el restaurante en el que se quedaron de ver está a 800 metros de tal sitio, y cuando ella llega dice que mejor le hubiera dicho que estaba frente a esa casita pintada de azul de cortinas blancas.

Prohibido emocionarse

La parte emocional, que también radica en las conexiones cerebrales, presenta grandes diferencias entre hombres y mujeres. Montemayor detalla que los primeros no tiene suficientes conexiones entre la corteza y el sistema límbico, además de que no son educados para expresar sentimientos. “La única emoción que se les deja es el enojo, pero les dicen no al llanto, no a la tristeza, no a la frustración, no a la melancolía.

La mujer siempre busca la oxitocina (neurotransmisor ligado con las emociones y la sensación de bienestar). Si estamos estresadas o tristes, de inmediato buscamos a las amigas para ir al café, porque los ambientes de amistad generan oxitocina. Queremos hablar, contarlo todo; si nos peleamos con el novio, se lo decimos hasta a la señora de las tortillas; si algo nos pasa se lo contamos a la pareja, pero él siempre quiere solucionarnos el problema, cuando lo único que deseamos es ser escuchadas. En cambio, los varones se aíslan y no quieren contacto con nadie cuando están estresados o tristes.