n la última corrida de la temporada en la Plaza México apareció el diestro de Aguascalientes Fabián Barba y el toreo fue otra cosa. El torero se encontró con un esplendido torillo de la ganadería de Cuatro Caminos llamado Conchito. Los cabales que aún asistimos al coso de Insurgentes no nos sorprendió la actuación del matador hidrocálido. Empezó su sinfonía torera con una serie de verónicas las que paró, templó y mandó y se hizo del toro que traía mucho que torearle. La verónica en sus manos se convertía en algo diferente. Un algo que olía a su natal Aguascalientes. Una revelación. Un algo como inspiración que se manifestaba estéticamente como un no sé qué, innegable inasible y dejaba en la plaza un buqué a torero caro.
Fabián Barba cito capote en mano al toro en las tablas y al investir lo frenó, lo templó y le cargó la suerte, ganándole terreno en cada lance. No un lance, cinco, seis rematadas con la media verónica en el centro del redondel. El toreo de siempre en el ruedo que se cimbraba al mecer la verónica, una y otra vez. Juego de cadera y muñecas, armonía que transmitía a los tendidos y hacia resaltar la emotividad y la transmisión en sus embestidas del toro de Cuatro Caminos.
Fabián Barba se topó con el toro Conchito al que se le dio arrastre lento de encastada nobleza, que iba desde aquí hasta allá fijo y planeador. Quizá le faltó ir más humillado. Lo que puso a prueba su matador que le pudo y lo obligó a humillar. Pisaba el ruedo y no lo pisaba con la emoción de un girón palpitante en el momento en que surgían pases improvisados que llevaban la marca de la estética hidrocálida. Esa estética que llevaba internamente y se expresó en la muleta en esas tandas de pases naturales que fueron la herencia recibida del toreo mexicano; el desgano, el desmadejo corporal, la naturalidad.
No cortó el rabo al írsele el estoque un poco trasero. Lo contrario de su primer enemigo al que ya había cortado una oreja por una espléndida estocada en todo lo alto. Lástima que apareciera en la última corrida de la temporada. Fabián Barba es todo un torero.