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Ver día anteriorDomingo 18 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Bajo la ciudad
D

ebajo de ti, la ciudad. Para su tercer largometraje, Bajo la ciudad (Unter dir die Stadt, 2010), el realizador alemán Christoph Hochhäusler eligió incursionar con perspicacia y un sentido agudo de la observación social en el mundo de los grandes consorcios bancarios y ubicar en él una historia de atracción sexual adúltera con sus complicaciones y sus infortunadas consecuencias.

Ese ambiente de oficinas en edificios ultramodernos con ventanales que dominan la gran urbe, microcosmos aséptico poblado de seres neuróticos e hiperactivos jugándose la carrera y la existencia en el ritual de las tomas de decisiones, apenas difiere del que muestra con acierto e ironía similares la serie estadunidense Mad Men, de Matthew Weiner, en su descripción del mundo neoyorquino de la publicidad y sus escasas grandezas y múltiples miserias morales.

El realizador Hochhäusler, perteneciente, como el Christian Petzold de Jericó (2008), a una muy renovadora corriente berlinesa de cine joven, muestra en su película una compleja historia de simulaciones y mentiras que coloca en primer plano la figura del exitoso banquero Roland Cordes (Robert Hunger-Bühler), quien en su esfuerzo por seducir a Svenja (Nicolette Krevitz), esposa de Oliver Steve (Mark Waschke), un joven empleado suyo, recurre a un estratagema para alejar al rival indeseado enviándolo a una misión laboral a Indonesia. Esta acción inescrupulosa es el punto de partida de la degradación moral del hombre de negocios, cuya vida entera, incluida su armonía conyugal y una elaborada ficción sobre sus orígenes modestos, reposa sobre el engaño.

El director y su guionista, Ulrich Peltzer, han aludido a una de las inspiraciones primeras del relato, las figuras bíblicas de David y Betsabé y el recuento de la larga penitencia del rey por su pecado de adulterio (¿Por qué ofendiste a Dios haciendo lo malo a sus ojos, matando a Urías el hitita y tomando a su mujer por mujer tuya?, Samuel 12:9). Si bien los temas de la culpa y su expiación no son insistentes en el relato de Bajo la ciudad, sí es sugerente el interés del banquero Roland por distanciarse de su mundo de seguridad, opulencia y refinamiento estético, y descender de sus lujosas oficinas para visitar momentáneamente el mundo sórdido de los drogadictos en los barrios olvidados de Frankfurt o los hoteles en los que tiene sus encuentros furtivos con Svenja, la esposa de su empleado, y donde despojándose de toda urbanidad y dignidad social ensaya poses y conductas tiránicas. A su modo, un ritual de expiación y autocastigo.

Cansado del ambiente artificial y vacío en que vive, Roland Cordes busca inventarse una identidad nueva. Al visitar un barrio proletario en Mannheim desliza una fotografía suya de infancia detrás del espejo de un hogar pobre, pretendiendo pertenecer virtualmente a una clase muy distinta a la suya. Un chofer lo conduce también al lugar donde un joven se inyecta heroína y el banquero asiste fascinado y aterrado a la experiencia novedosa. La simulación lo es todo en el mundo fantasioso del banquero fatigado. Este descenso a la turbiedad urbana y el abandono a una sexualidad adúltera en hoteles de paso son las primeras etapas de un proceso indetenible de autodestrucción moral. El director de la cinta lo registra sin emitir juicio alguno, dejando incluso cabos sueltos en la narración, pistas que no parecen conducir a ningún lado, meras indicaciones de la espiral de degradación en la que no hay víctimas inocentes ni villanos, sino un grupo de seres a la deriva en un medio frío y despersonalizado, el mundo de grandes finanzas y pasiones pretendidamente turbias en esa salvaje modernidad urbana omnipresente en la cinta. Una parábola sobre el capitalismo y la deshumanización que tiene como telón de fondo un conflicto pasional que de modo alguno remite a las certidumbres del triángulo amoroso convencional.

Los personajes participan en la expresión de sus deseos eróticos con juegos de poder muy similares a las estrategias de seducción y a las traiciones en el mundo de las finanzas, y esta confusión de las dos esferas –lo público y lo privado– confiere a la película una dimensión novedosa y a ratos perturbadora.

Bajo la ciudad se exhibe en sedes alternas de la Cineteca Nacional: Cinépolis Universidad, Cinema Lumiére Reforma y The Movie Company (Av. San Jerónimo 263, colonia Tizapán).

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