Sábado 17 de marzo de 2012, p. a16
James Hugh Calum Laurie emprende el peregrinaje que toda persona debe hacer en su vida
. Hay quienes van a la Meca, otros escalan el Everest, unos más van a Berlín para vivir la acústica asombrosa de la casa de la Filarmónica de Berlín. En el caso de Hugh Laurie se trata de un viaje a la cuna del blues, la ciudad de Nueva Orléans, siguiendo los pasos del viaje interior que realiza desde niño: el amor a esa música primigenia, que ahora cultiva y lo tiene en mayor estima entre su público, que lo conocía solamente como actor, por su papel de Doctor House en la televisión, episodios donde de vez en vez tocaba el piano o la guitarra.
El 24 de septiembre pasado, el Disquero dio a conocer un hallazgo fabuloso: Let them talk, primer disco de Hugh Laurie, que se ha convertido en uno de los maestros del blues (www.jornada.unam.mx/2011/09/24/cultura/a16n1dis).
La noticia ahora es que el éxito arrollador de este álbum ha propiciado la llegada de una Edición Especial, doble, que contiene cuatro nuevas canciones en el disco 1, de audio, y el 2 es un dvd con un documental que narra el periplo de Hugh Laurie por Nueva Orléans.
Desde el vuelo de llegada del avión hasta la despedida con música, el filme está vertebrado por el blues: reunidos en un salón de abolengo musical, las paredes bellamente descarapeladas por el tiempo, mesas con luz de vela, algunos cuantos comensales, Hugh Laurie hace su música con una pléyade de intérpretes que ni él mismo se la cree: estoy en un rapto. Ya puedo morir tranquilo
, exclama.
Allen Toussaint, reconocido como la máxima autoridad del blues del Delta de Mississippi, dirige para el Doctor House una banda de alientos-metales que suenan a paraíso; Irma Thomas, otra institución semejante, canta con Laurie al igual que lo hace otra leyenda: Tom Jones (imposible disociarlo ya del coro minimalista: ñac ñac, como hablan los marcianos en el filme de Tim Burton, Mars Attacks!).
En vivo, suena prácticamente la totalidad de las piezas que conforman el disco, Let them talk, en una sucesión maravillante de momentos de magia, develación de misterios. Iluminaciones: Hugh Laurie al piano, canta Saint James Infirmary, mientras la banda de metales refulge y emite auras semejantes al destello que lanzan los óleos de Fra Angelico; el contrabajista entra en trance mientras acaricia las caderas de madera de su compañera, cuyas cuerdas se tensan y destensan con la parsimonia de un colibrí.
A lo largo de este viaje, Hugh Laurie platica con el espectador, destila su conmovedor amor por esta música, a la que ha dedicado sus mayores, más intensos momentos desde niño, cuando conoció las bellas artes del profesor Longhair, las velocidades incandescentes del piano de Jelly Roll Morton, los discos de Muddy Waters, las obras completas de Robert Johnson, la voz de Irma Thomas.
La expresión común suele ser: no imaginaba que algún día...
, pero en realidad cuando alguien lee a un autor que lo deslumbra y marca, escucha a un músico que le cambia la vida, está en realidad construyendo su futuro.
El del ciudadano inglés James Hugh Calum Laurie fue convertirse en el actor Hugh Laurie, recetar remedios sentado en los cuernos de la Luna como el Doctor Gregory House, para viajar después y sentarse al piano con los gigantes que admiró desde niño, en la mismísima Nueva Orléans, convertida en el mejor consultorio de todas las almas.
Quien todavía no conozca el arte blusístico del Doctor House, aquí hay una nueva oportunidad de sacar cita para una consulta que lo curará de todo: un tratamiento con tremendas dosis de buen blues, blús, bluuuuusssss...