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Economía Moral

Debate internacional sobre pobreza y persistencia campesina / II

Tesis Mann-Dickinson (obstáculos al dominio del capitalismo agrario) revisitada

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n el Seminario Internacional Pobreza y Persistencia del Campesinado que tuvo lugar esta semana en El Colegio de México, Gordon Welty (Wright State University) presentó una ponencia escrita por él en coautoría con Emely Blumenfed, Susan Archer Mann y James Dickinson (WMDB), autores estos dos últimos que se hicieron famosos con el artículo Obstáculos al desarrollo de la agricultura en el capitalismo1, que se conoce como la tesis Mann-Dickinson (TMD). La ponencia presentada por Welty se titula Revisitando la TMD tres décadas después. Señalan que ella responde críticamente al Documento Base del Seminario (DBS), escrito por Boltvinik. En la TMD, después de constatar la no generalización histórica del capitalismo en la agricultura (El desarrollo del capitalismo parece detenerse, de algún modo, en la reja de la granja), ven esto como una anomalía a la noción de Marx sobre el carácter transicional de la producción mercantil simple y, por tanto, la universalización del capitalismo. Añaden, empero, que sólo mediante el uso de categorías marxianas se puede explicar esta anomalía. La TMD, igual que Mann en su libro de 1990 y que Ariel José Contreras en 19772, centran su identificación de obstáculos al desarrollo del capitalismo en la agricultura (lo que explicaría la persistencia de formas de producción agrícola no capitalistas) en la diferencia entre tiempo de trabajo y tiempo de producción, distinción conceptual realizada en el Volumen II de El Capital que Marx explica haciendo notar que el tiempo de producción consiste de dos partes: un periodo en el cual el trabajo se aplica a la producción y un segundo periodo en el cual la mercancía inacabada se abandona al influjo de los procesos naturales. Mi crítica a esta tesis (que deberíamos llamar Contreras-MD) consiste en señalar que su análisis es parcial y estático. Por ejemplo, tanto la TMD como Contreras afirman que mientras más rotaciones efectúa el capital en un año, más alta será, siendo todas las demás cosas iguales, la tasa de ganancia, lo cual es obvio e indudable, pero de ahí no se sigue la conclusión de que por tanto, el capital se abstendrá de intervenir en tales áreas de la producción. Estas conclusiones se basan en un análisis parcial que no considera que la tasa de ganancia efectivamente obtenida por un capital en cualquier sector depende del precio de producción y no del valor, tal como lo muestra Marx en el Volumen III de El Capital al analizar la tendencia a la igualación de las tasas de ganancia entre diferentes ramas de la producción. Así como los precios de producción se alejan de los valores para compensar las diferencias en la composición orgánica del capital y poder igualar la tasa de ganancia, también lo harán para compensar la mayor duración del tiempo de producción y, por tanto, la lenta rotación del capital. En la TMD se hace evidente que la diferencia entre tiempo de trabajo y tiempo de producción es la otra cara de la moneda de la estacionalidad agrícola

“la contratación estacional de la fuerza de trabajo, que es un reflejo de la no identidad del tiempo de producción y de trabajo, le genera a cualquier capitalista problemas de reclutamiento y administración. Como comprador de fuerza de trabajo, el capitalista tiene que, o bien atraer y mantener la fuerza de trabajo ofreciendo altos salarios o bien depender de los elementos más desesperados y marginales en la sociedad, como la fuerza de trabajo rural migratoria (p. 477).”

Que, por tanto, su punto de partida y el mío coinciden. Así lo reconocen WMBD al afirmar que hay una base común entre los argumentos de la TMD y los de Boltvinik. Proceden a criticar lo que llaman mi ontología (parte de la filosofía que trata del ser en sí mismo) de la industria y la agricultura3, basada en John Brewster, argumentando que, a pesar de la base común, es mejor un análisis específico tanto en términos históricos como de cada cultivo. Señalan que mi postura es esencialista porque sostiene que hay rasgos naturales o inherentes que caracterizan a un grupo o categoría y que éstos constituyen su propio ser. Por ejemplo, dicen que en el libro de Mann se explica detalladamente por qué las plantaciones de algodón adoptaron una forma capitalista en Texas, pero no en el viejo sur del delta del Misisipi. Sostienen que este tipo de análisis “mina cualquier noción que el desarrollo capitalista desigual se basa en rasgos ahistóricos y esencialistas de la agricultura y la industria”. Nótese que la tesis que sostengo en el DBS no se refiere al desarrollo capitalista desigual sino a la simbiosis entre capitalismo y economía campesina, vía la provisión de mano de obra estacional. Nunca digo que no puede haber desarrollo capitalista en la agricultura, sólo que éste tendrá que contar con un abastecedor estacional de fuerza de trabajo que suelen ser los campesinos pobres o como ellos mismos dicen, los elementos más desesperados y marginales de la sociedad. Los autores llegan, lamentablemente, al cinismo cuando dicen que yo ignoro como “bajo el capitalismo uno de los significados del trabajo libre es que es ‘libre’ para encargarse de su propia reproducción”. No lo ignoro pero pongo el acento no en la libertad sino en la necesidad en la que se ve obligado a buscar de manear errante ingresos complementarios para que él/ella y su familia puedan sobrevivir.

Los autores buscan sintetizar lo que Marx habría dicho al respecto. Sin embargo, sin proporcionar la fuente, implícitamente le atribuyen la idea de que sólo hay dos formas de reproducción de la fuerza de trabajo: la del proletario, que ha sido despojado de todo medio de producción (incluida la tierra) y que por tanto tiene que vender su fuerza de trabajo y vivir del salario así obtenido, y la del semi-proletario:

Una segunda circunstancia en la cual el trabajador es un campesino (o granjero familiar o artesano) que puede obtener algunos de sus medios de subsistencia de una pequeña parcela y el resto en los mercados de bienes al gastar los salarios de su trabajo.”

No hay entonces nada que explicar: los campesinos son, por definición, semi-proletarios. La pregunta era por qué los productores campesinos no pueden reproducir su fuerza de trabajo con el producto de su parcela. Pero WMDB cambian los términos de la ecuación y lo que hay que preguntar es si la suma de lo obtenido en su parcela y los salarios trabajando para otros son suficientes para vivir: “En la segunda circunstancia el proceso de restauración de la fuerza de trabajo campesina puede cumplirse si el valor de los medios de subsistencia provistos por la pequeña parcela más los adquiridos gastando los salarios iguala el valor de la fuerza de trabajo gastada”. Nótese que, además de suponer lo que tendrá que ser explicado, los autores conciben un campesinado que no vende mercancías agrícolas; es decir, que no es un productor mercantil simple. La gráfica muestra el altísimo nivel de pobreza prevaleciente en el medio rural, en el cual la principal fuente de ingresos es la agricultura.

1 Obstacles to the Development of a Capitalist Agriculture, Journal of Peasant Studies, Vol. 5, N°4, pp.466-481, 1978

2 El libro de Mann es: Agrarian Capitalism in Theory and Practice (The University of North Carolina Press, 1990). El artículo de Contreras es: Límites de la producción capitalista en la agricultura, Revista Mexicana de Sociología, vol. 39, Nº 3, pp. 885-889, 1977.

3 En la sección 2 del DBS analizo, en sólo una página, cinco diferencias entre la agricultura (A) y la industria (I) que se derivan de que en la A el objeto del trabajo son plantas (seres vivos) en contraste con objetos inertes en la I: 1) procesos discontinuos (A) vs. continuos (I); 2) secuencia de actividades (A) vs. simultaneidad (I); 3) en la A lo que tiene que moverse es la máquina mientras en la I se mueve la materia inerte; 4) incertidumbre en la A vs. certidumbre en la I; 5) carácter perecedero (A) vs. no perecedero (I).