fotos: HERIBERTO RODRÍGUEZ. Virikuta, en el altiplano potosino, febrero
A 20 años del desmantelamiento
del campo Roberto Barrios,
agrarista de los de antes
Gloria Muñoz Ramírez
En octubre de 1991, en la recta final de los preparativos para el desmantelamiento de los logros revolucionarios plasmados en el artículo 27 Constitucional, el semanario Punto me envió a entrevistar a Roberto Barrios Castro, jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización en la época del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964). Se trataba de conocer su opinión sobre el fin del reparto agrario, tarea a la que él dio seguimiento durante su gestión y así su nombre llegó a Chiapas, y sobre el inicio de la privatización de la tierra.
Veinte años después, de entre los escombros apareció un libro titulado El hombre es la tierra, dedicado por Roberto Barrios en aquel otoño. Fue hasta entonces que pude vincular a este exfuncionario público con el nombre de la comunidad zapatista del norte de Chiapas en la que se ubica uno de los cinco Caracoles, sedes del gobierno autónomo del EZLN. En aquél octubre me recibió un octogenario señor que fallecería justo en 1994, a los 86 años de edad.
Dos años después de la reforma al texto original del artículo 27, relativo a la propiedad de la tierra y los recursos naturales, impulsada por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) protagonizaría una insurrección que tendría como uno de sus ejes principales la defensa de la tierra. De esto hace exactamente 18 años; y la reforma cumplió dos décadas el pasado 6 de enero, fecha en que se publicó el decreto en el Diario Oficial de la Federación.
Las conquistas agrarias impulsadas por el movimiento zapatista de 1910 quedaron plasmadas en el artículo 27 de la Constitución que nació de un proceso revolucionario. Junto con el artículo tercero, referente a la educación, y el 123, dedicado al trabajo, representaba los logros más significativos de la revolución de principios del siglo XX. De estos tres apartados ya nada o poco queda.
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En El hombre es la tierra, escrito en 1966, Roberto Barrios, quien fue también secretario general de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y del Sindicato de Maestros, además de diputado y dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), señala lo siguiente: “El problema agrario en México tiene profundas raíces históricas que se definen de manera paulatina hasta tomar cuerpo en tensiones y conflictos sociales que a menudo condujeron a rebeliones y movimientos armados de importancia…en el devenir histórico, México aprendió que el derecho a la tierra y la libertad son conceptos y realidades que se relacionan mutuamente. La libertad del mexicano tiene relación directa con la tenencia de la tierra, hecho que se demuestra con el análisis de la estructura agraria en la Colonia, en la Independencia y en la Revolución de 1910”. No sabemos lo que llegó a pensar de la insurrección de 1994, pero en sus declaraciones a Punto en 1991 señaló claramente que el reparto agrario en México no había concluido y que aún había tierras por distribuir, defendiendo en todo momento la vigencia del artículo 27.
“Nuestros pueblos indígenas le señalaron a la tierra una función social, al imponer a quienes de ella disfrutaban obligaciones con la sociedad. Esta estructura de los pueblos autóctonos no fue motivada por un fin económico —ellos tenían poca población y mucho territorio— sino, más bien, como base de su organización social. Al hacerlo, atisbaron el meollo del problema: evitar que la tierra en sí tuviera un fin comercial, reconociendo el trabajo del hombre como el verdadero valor.”
En los momentos previos al inicio de la privatización de la tierra en México, Roberto Barrios reafirmó en la entrevista lo escrito en El hombre es la Tierra: “El comercio irrestricto de la tierra y la libre apropiación de nuestros recursos son contrarios al bienestar colectivo y al desarrollo económico”.
Originario de Atlacomulco, Estado de México, cuna de priístas de dudosa reputación, Roberto Barrios fue maestro de primaria antes de empezar su carrera política. Su pasión fue el agrarismo, por lo que a su paso por el entonces Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, sentó los cimientos de la actual Secretaría de la Reforma Agraria.
Fundador de la Liga de Comunidades Agrarias, Barrios Castro figura como uno de los hombres ilustres de Atlacomulco, en cuyos registros se destaca su obra como escritor e intelectual: “Escribió poesía y dictó conferencias relacionadas con el tema agrario, materia en la que particularmente era una autoridad indiscutible. Escribió y publicó varios libros, destacando entre ellos Seis años de política agraria del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964); El hombre es la tierra (1966), que trata de la reforma agraria en el mundo; El Istmo de Tehuantepec en la encrucijada de la historia de México (1987); México en su lucha por la tierra. De la Independencia a la Revolución (1987) y Vientos y sombras (1991). Elaboró artículos para El Sol de México y para algunas revistas de carácter histórico y literario. Fundo la Asociación Nacional de Maestros Jubilados Lauro Aguirre AC”.
Varias comunidades de Chiapas llevan su nombre. Está, por supuesto, la comunidad zapatista de la zona norte, sede del Caracol “Que habla para todos” y de la Junta de Buen Gobierno “Nueva Semilla que va a Producir” (el nombre no se lo dieron los zapatistas). Hay otra comunidad Roberto Barrios en Marqués de Comillas, cerca de la frontera, que en el pasado se vinculó con avionetas del narcotráfico. Y uno más en el municipio de Mapastepec, en la costa.