Juan Pablo Castro Gamble, simpatizante de las juventudes panistas, desató ayer la polémica en el recinto de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), después de que en tribuna acusó al gobierno de la ciudad de México y al Partido de la Revolución Democrática (PRD) de estar permitiendo el matrimonio de jotos y el aborto.

El estudiante de la Universidad Iberoamericana (Uia) –uno de los 54 integrantes del Parlamento Juvenil, el cual fue organizado por la Comisión de Juventud y Deporte de la Asamblea– tuvo que enfrentar la andanada de reproches de muchos diputados presentes, quienes lo tildaron de intransigente y fascista, principalmente.

Sus declaraciones marcaron el punto más acalorado de la sesión del parlamento, la cual empezó una hora después, con 54 de los 66 convocados, con la ausencia de legisladores y con constantes roces, discrepancias e interpelaciones entre los que se calificaron como del ala derecha, afines al PAN, y los del ala izquierda, cercanos al PT, PRD y PRI, sobre todo porque en varios casos ambos bandos hicieron apologías de partidos y políticos con los que simpatizan.

Esa situación había alterado ya los ánimos de un número importante de diputados, como en el caso de Castro Gamble, quien usó 30 segundos de sus dos minutos y medio señalados para hacer alguna propuesta en plantear una iniciativa para criminalizar el consumo de todo tipo de estupefacientes.

El resto de su tiempo fue para cuestionar a las autoridades capitalinas y a Andrés Manuel López Obrador. Los ánimos se desbordaron cuando afirmó que el gobierno de la ciudad y su partido, el PRD, se han dedicado simplemente a destruir todas las instituciones, por ejemplo, permitiendo el matrimonio de jotos y el aborto... ¡por favor, señores, no podemos permitir que esa gente nos gobierne!

Sesión deviene circo

A partir de ese momento todo fue anarquía. Los gritos desde las curules fueron intensos: fascista, panista intolerante, moralista, fuera... fuera..., lo que hizo que el aludido bajara del podio y siguiera confrontándose verbalmente con otros diputados. unos le exigían que se disculpara, otros pedían que se le sancionara.

Junto a él, Eduardo García alzaba la voz para justificarlo: lo que él quería decir es que perredistas están afectando la figura de la familia, del matrimonio.

Los llamados al orden de la presidenta de la mesa directiva, Andrea Luna, eran infructuosos. No nos convirtamos en un circo, por favor, pidió. El daño ya estaba hecho.