qué ciudad se refiere?, se preguntarán ustedes; ni más ni menos que a la ciudad de México. Esta urbe a la que en muchas ocasiones nos hemos referido como ciudad de ciudades
guarda innumerables secretos: sitios naturales, monumentos, tradiciones, vestigios arqueológicos, fiestas y mucho más, que son prácticamente desconocidos. O más bien debo decir eran, ya que recientemente salió a la luz el libro Ciudad de México desconocida, del cronista Édgar Anaya Rodríguez.
A lo largo de un lustro el autor, junto con su solidaria compañera de vida, Elba, y su cámara fotográfica, caminaron, subieron y bajaron por una diversidad de lugares capitalinos y sus alrededores. Platicó con los vecinos y con los conocedores de los tesoros locales. Los grabó, sacó fotos y fue conformando esta guía incomparable de la gran ciudad, con 100 sitios muy poco conocidos.
En el delicioso prólogo, Elena Poniatowska nos cuenta como de niño Édgar iba con sus padres a hacer recorridos por la capital, de los que su padre tomaba transparencias que luego proyectaba en una pared blanca. Así es que en realidad las andanzas del cronista por los rincones secretos de la urbe tienen larga historia.
En la obra nos descubre sitios y eventos en lugares poco frecuentados, como los petroglifos de Cuahilama, los baños del Peñón, los Museos Históricos Navales, los tubos de lava del volcán Xitle, el monumento al perro callejero, los martes de amapolas en Iztacalco o el nuevo lago de Texcoco. Pero también nos hacer ver riquezas en lugares por los que pasamos con frecuencia y no tenemos idea que las resguardan o no las sabemos ver. Algunos ejemplos: los restos de pirámides debajo de edificios como el Palacio Nacional, el Arzobispado o la Catedral; el lujoso Salón de Cabildos en el Palacio del Ayuntamiento, las criptas de los arzobispos en el subsuelo de la Catedral, rodeados por 10 mil criptas con restos de personas desde el siglo XVI, el mariposario de Chapultepec o la antigua Estación de Tren de la Villa, ahora convertida en un museo sobre el tema.
El libro lo vamos a presentar Humberto Musacchio, la autora de estas líneas y el autor, el próximo jueves 8, a las 19 horas, en el Auditorio del Museo de San Carlos, que ocupa el hermoso palacio que construyó Manuel Tolsá para la marquesa de Selva Nevada. Está situado en Puente de Alvarado 50. Si llega temprano puede visitar la impresionante colección de arte europeo de varios siglos o las exposiciones temporales que muestran un diálogo entre el arte del pasado y el contemporáneo.
Increíblemente ninguna editorial se interesó en publicar el libro por lo que su autor lo editó por su cuenta, a color, con muchas fotos y un buen diseño. Para adquirirlo hay que hablar al teléfono 5577-3161 o [email protected]. Con amigos por toda la ciudad según el rumbo donde viva, Édgar le dice dónde lo puede comprar cerca de su domicilio.
A petición de varios lectores iremos campechaneando
las sugerencias gastronómicas de restaurantes de cierto postín con lugares de costo modestón, eso sí, siempre con el principio de que la comida sea sabrosa y el sitio limpio y agradable, aunque sean tacos de canasta.
Hoy vamos a ir a un restaurante situado justo atrás del Museo de San Carlos, enfrente de un lindo parque que fue el jardín de la mansión. Se encuentra en los bajos del antiguo Hotel Carlton, que está en la esquina de Ignacio Mariscal y Alcázar. Con una grata decoración, ofrece diariamente un menú de 48 pesos muy bien preparado. Disfrutando la vista del parque en una mesa junto a la ventana, quedé muy satisfecha con una sopa de tortilla, pollo en salsa verde con champiñones y arroz. También hay platillos a la carta, entre los que sobresale el pecho de ternera horneado al estilo portugués. Lo prepara el dueño, Manuel D’acosta, oriundo de ese bello país, que se quedó anclado en México por el amor a Rafaela Castilla, su encantadora esposa, quien atiende el lugar con gran gentileza.