Hoy, entrega de las estatuillas de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de EU
El pase de admisión, indispensable; George Clooney estuvo a punto de no entrar a la premiación
Un espectáculo en la fiesta del Governors Ball puede costar 30 mil dólares
Domingo 26 de febrero de 2012, p. 7
Hollywood, 25 de febrero. Kilómetros de alfombras vendidas, listas de espera para limusinas así como cientos de diseñadores, electricistas, cocineros y técnicos hacen su agosto en febrero, en la temporada de premios que termina con los premios Óscar y que tiene a Hollywood tapizado de rojo.
Desde noviembre ha habido casi una premiación por semana (del sindicato de actores, de la asociación de fotógrafos, de los críticos extranjeros, etcétera), a las que se suman estrenos, con la presencia de alguna estrella.
Así, en una ida al cine se puede ver a Angelina Jolie, aunque el tránsito y los gritos que esto genera convierten la cotidianidad en algo más bien pesado para los angelinos.
Es tiempo de cosecha en una ciudad que vive del espectáculo. Red Carpet System, firma que provee alfombras rojas para reuniones sociales –las cuales, en realidad, pueden ser de cualquier color–, vende en febrero un kilómetro de éstas.
Pero no sólo de alfombras viven las estrellas: también necesitan ser fotografiadas y protegidas. Estos servicios, que cuestan entre mil 300 y 4 mil dólares, incluyen carteles, cortinas de terciopelo, fotógrafos, mesas para los VIP y barricadas para controlar multitudes.
Los primeros que pisan una alfombra roja son los inmigrantes que las instalan. La mayoría de los cientos de técnicos que consiguen empleo durante la vendimia hollywoodense son latinoamericanos.
También son muy buenos tiempos para las empresas que alquilan limusinas.
Se requiere el trabajo de todas las compañías del condado de Los Ángeles y de Orange que las rentan para manejar el enorme volumen que genera la temporada
, así como recurrir a afiliados o subcontratistas, dijo Jonna Sabroff, presidenta de Integrated Transportation Services, quien agregó que sus choferes trabajan 10 horas diarias para recoger a una estrella en el aeropuerto, llevarla al hotel, acompañarla de compras o a alguna fiesta y finalmente conducirla a la ceremonia de premiación.
La empresa trabaja de la mano con Sequoia Productions, que desde hace 23 años produce la cena de gala conocida como la Governors Ball, la fiesta por excelencia de los directores de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas –organizadora de los Óscar–, la cual tiene lugar después de la premiación del domingo, con mil 500 invitados.
La Governors Ball contrata 150 técnicos, 400 cocineros y 30 productores
, informó Gary Levitt, vicepresidente de la empresa. La semana pasada anunció que la decoración y el menú de la gala estarán a cargo del mediático chef austriaco Wolfgang Puck.
El papel importante
En los premios Óscar, si a alguien le falta el pase de entrada no funciona nada, ni siquiera para George Clooney, quien una vez llegó sin el documento a la entrega de los grandes premios del cine y se vio seriamente demorado por los controles de seguridad. Su asistente debió buscar el pase y regresar para que los guardias dejaran ingresar al célebre galán.
Al menos esto es lo que cuenta Julisa Smith, mientras narra todo tipo de anécdotas de las estrellas y pasea por el famoso teatro en el bulevar de Hollywood, donde tiene lugar la ceremonia desde 2001.
Al mostrar los recovecos internos del teatro que hasta hace poco llevó el nombre de Kodak, Smith cuenta los requisitos para ingresar y explica a qué se deben: no sería la primera vez que alguien que se parece a una estrella intente escurrirse al salón, por eso los controles. Quien olvida su pase una vez no lo vuelve a olvidar nunca más
, dice.
Según Smith, una vez que las estrellas caminan en la alfombra roja, no necesitan más de media hora para pasar frente a las cámaras y conceder breves entrevistas. Luego caminan por delante de la gran estatua del Óscar, a la entrada del edificio, y suben al primer piso.
Allí es donde termina la alfombra roja; se escanean los boletos y se entrega un programa a los invitados
, precisa Smith.
Las cámaras fotográficas particulares están prohibidas en el salón, incluso para los nominados. Deben ser entregadas en el guardarropa
, cuenta la guía.
Los invitados recorren una alfombra beige, hacia arriba o hacia la planta baja, donde se encuentran los más importantes, los súper VIP. Al pie de la escalera vuelve a hacerse un control, a fin de evitar que cualquier invitado se ponga a conversar con Steven Spielberg
.
Las escaleras que llevan al sector VIP fueron especialmente diseñadas para la ceremonia de entrega: son particularmente amplias y planas, para que las damas, que suelen lucir vestidos ajustados y tacones elevados, puedan desplazarse sin inconvenientes.
Los VIP también cuentan con un bar especial, donde pueden beber algún coctel o aperitivo detrás de un vidrio esmerilado. Los bares son un sitio importante en el teatro. Los abrimos desde temprano y servimos champaña
, cuenta Smith. La idea es que si ya están abiertos, los invitados pasen más rápidamente a la sala y no se demoren en la alfombra roja. Pero la táctica no funciona toda la noche. Quince minutos antes de que comience el espectáculo, los invitados deben pagar sus bebidas y dirigirse a sus butacas
.
El teatro posee capacidad para más de 3 mil personas, entre los palcos y la platea. Muchos asientos rojos no son muy cómodos. Los nominados suelen sentarse en la platea, cerca del pasillo.
Una vez entregadas las estatuillas, la celebración no acaba. Hay muchas fiestas
, cuenta Smith; entre ellas, la oficial, el Governors Ball, en el piso superior del teatro, la cual suele ser planeada con nueve meses de anticipación y la sala se prepara dos semanas antes. Se invita a mil 500 personas.
Ahí, un espectáculo puede costar 30 millones de dólares, dice Smith, y el Governors Ball, si bien los organizadores no brindan cifras exactas, más.