uando Hollywood decide abordar el tema de la discriminación racial en la historia de Estados Unidos, es común que se adopte una perspectiva condescendiente con las víctimas de esa discriminación. Historias cruzadas, segundo largometraje de Tate Taylor, no es la excepción.
Basada en la polémica, pero exitosa novela The Help, de Kathryn Stockett –el título tie-ne dos acepciones en inglés, la ayuda
y la servidumbre
– la película se sitúa en el pueblo de Jackson, Misisipi, en los primeros años de los 60, para narrar los esfuerzos de Eugenia Skeeter Phelan (Emma Stone), una universitaria que regresa al hogar con la aspiración de ser escritora en Nueva York. Contra las disposiciones legales de la época, ella decide entrevistar en secreto a dos sirvientas negras, Aibileen (Viola Davis) y Minny (Octavia Spencer), para que le cuenten su experiencia trabajando en hogares sureños blancos, donde el racismo cotidiano está a la orden del día.
Aunque Skeeter enfrenta una resistencia inicial, pronto se volverá un elemento de cohesión y pronto, tras un incidente –el arresto violento de otra sirvienta– más mujeres de la misma condición se unirán al proyecto. Por supuesto, la protagonista es una fantasía de la novelista (blanca también), pues resulta demasiado avanzada para su tiempo y medio social. Feminista avant la lettre –para ella no es primordial tener novio, cuando la mayoría de sus contemporáneas se han casado–, Skeeter y el libro resultante van a ser la chispa que prenderá la conciencia de las mujeres negras (sin importar que esto ocurra cuando ya estaba en marcha el movimiento por los derechos civiles.)
En ese contexto tranquilizador de conciencias resulta natural que la mayoría de los personajes sean estereotipos. Sobre todo las frívolas amas de casa que dejan el cuidado de sus hijos a los impulsos maternales de sus sirvientas negras, que así ganan su cariño. En contraste, todas las mujeres afroamericanas son dueñas de una nobleza intrínseca. (Las figuras de los maridos blancos, en cambio, ni a caricatura llegan: son como bultos intercambiables).
La principal caricatura corresponde a Hilly (Bryce Dallas Howard), una arpía obsesionada por que la servidumbre no use los mismos inodoros de los patrones. Esa fijación escatológica de la película se manifestará en el principal castigo a Hilly, punto crucial de todo el relato.
El único personaje de varias dimensiones sería Aibileen, cuya voz conduce la narración. Interpretada por Davis con sobriedad y un rencor apenas contenido, es el centro de gravedad de Historias cruzadas. A diferencia de Minny, que es como una versión progresista de la Hattie McDaniel de Lo que el viento se llevó (nadie le gana a cocinar pollo frito), Aibileen expresa con elocuencia el espíritu de un cambio social que está a punto de ocurrir.
Taylor mantiene un equilibrio calculado entre el humor de trazo grueso y el melodrama edificante para conseguir la complacencia del público. Sin embargo, con el afán de ser fiel a la novela, el director –quien también ha escrito el guión– parece distraerse con el potencial tragicómico de una subtrama, sobre un ama de casa (la ubicua Jessica Chastain) que también es discriminada por las señoras de su clase por el solo hecho de ser excéntrica. El singular personaje hubiera merecido su propia película, quizá más divertida y menos esquemática que Historias cruzadas.
Historias cruzadas
(The Help). D: Tate Taylor/ G: Tate Taylor, basado en la novela de Kathryn Stockett/ F. en C: Stephen Goldblatt/ M: Thomas Newman/ Ed: Hughes Winborne/ Con: Emma Stone, Viola Davis, Bryce Dallas Howard, Octavia Spencer, Jessica Chastain/ P: Participant Media, Imagenation Abu Dhabi, 1492 Pictures, Harbinger Pictures. EU-India-Emiratos Árabes Unidos, 2011.
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