El peligro no es Teherán sino el juego político-electoral de Washington, según analistas
El New York Times señala que hay ecos de la guerra en Irak con la retórica de las armas nucleares
Jueves 23 de febrero de 2012, p. 33
Nueva York, 22 de febrero. Los tambores de guerra suenan cada vez más fuerte en Estados Unidos, donde las últimas semanas se ha intensificado el debate sobre si atacar, directamente o con Israel, a Irán, y con ello abrir un nuevo capítulo bélico aun antes de cerrar el libro sobre las guerras más largas de su historia.
Hoy, el fracaso de la misión de la Agencia Internacional de Energía Atómica para inspeccionar un sitio de investigaciones nucleares en Irán, no sólo obstaculizará la posibilidad de negociaciones que se ha intentado impulsar entre Irán y los seis poderes nucleares, sino que podría acelerar las posibilidades de un conflicto bélico.
El gobierno de Barack Obama reprobó la decisión y Jay Carney, vocero de la Casa Blanca, afirmó que esta acción particular de Irán sugiere que no ha cambiado su comportamiento cuando se trata de acatar sus obligaciones internacionales
.
Irán continúa rechazando acusaciones de que su programa nuclear tiene como objetivo fabricar armas atómicas, insiste en que es para la generación de electricidad. Hoy el líder supremo, ayatola Alí Jamenei, afirmó que las políticas nucleares de su país no cambiarían a pesar de presiones, sanciones y asesinatos... Ningún obstáculo puede detener el trabajo nuclear de Irán
, reportó la agencia Reuters.
Todo esto sólo nutrió las fuerzas políticas que promueven aquí una acción
contra Irán. De hecho, para algunos analistas, un ataque y/o guerra podría ocurrir no por algún cálculo militar estratégico, sino por factores externos (una acción de Israel) a la par con decisiones tomadas con base en política interna en medio de un año electoral en Estados Unidos.
Israel está amenazando abiertamente con un ataque militar e intercambia acusaciones con Irán sobre atentados y asesinatos. Analistas argumentan aquí que un gran riesgo es que aun si los encargados de guerras en Washington no desean por ahora abrir un frente bélico, una acción de Israel obligaría a Estados Unidos a apoyar a su aliado.
En los últimos días, aparentemente preocupados por esta posibilidad, altos mandos militares estadunidenses han intentado reducir el nivel de alarma, al advertir que por ahora consideran que un ataque de Israel sería contraproducente. El jefe del estado mayor, general Martin Dempsey, dijo el domingo pasado que su gobierno había advertido a Israel que un ataque ahora sería desestabilizador
y que Irán aún no había decidido construir un arma nuclear. El director de inteligencia nacional, James Clapper, afirmó ante el Senado hace unos días que tiene dudas sobre si Irán tiene la intención de fabricar armas nucleares, sorprendiendo a algunos senadores. El general Ron Burgess, director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, declaró ante el Congreso que su instancia evalúa que es poco probable que Irán inicie o provoque un conflicto
.
A pesar de ese consenso de los jefes militares y de inteligencia (que se comparte, sorprendentemente, entre encargados de inteligencia en Israel) la pregunta aquí es cómo es que los precandidatos republicanos y sus colegas en la legislatura, con sus contrapartes demócratas y hasta el presidente, siguen hablando de la opción de una guerra. Para algunos, el mayor peligro en esta situación no es Irán, sino el juego político-electoral lo que podría provocar una guerra.
Durante meses, influyentes políticos de ambos partidos han expresado la posible necesidad de actuar
–ayer un grupo de senadores bipartidistas envió una carta al presidente Barack Obama en la cual advierten que otra ronda de pláticas
con Teherán podría ser una distracción peligrosa
que sólo beneficiará a Irán al darle más tiempo para desarrollar un arma nuclear. Por su parte, la Casa Blanca insiste en que todas las opciones están sobre la mesa
, eufemismo para hablar de la opción militar, en caso de que fracasen las iniciativas diplomáticas y las sanciones económicas.
Además, políticos, analistas y algunos medios también han enfatizado que Irán no sólo es amenaza en el Golfo Pérsico, sino en el famoso traspatio de Estados Unidos: América Latina. La semana pasada se realizó una audiencia más en el Senado sobre la creciente influencia de Irán en la región. Hace unas semanas, Univision transmitió un documental sobre el tema, enfocado en cómo un grupo de estudiantes y un profesor de la UNAM habían conseguido pruebas de un posible complot de los iraníes, con la ayuda de los venezolanos, para coordinar atentados contra plantas nucleares en Estados Unidos.
En octubre pasado se realizó el espectacular arresto de un operador iraní
que según las autoridades estadunidenses trabajaba con narcos mexicanos para elaborar un complot contra diplomáticos sauditas. Todo esto además de las constantes acusaciones de que las relaciones cada vez más amplias de Irán con Venezuela, Bolivia, Cuba y más representan un desafío y hasta peligro para los intereses
estadunidenses (casi nunca se menciona que también hay mayores intercambios entre Irán y Brasil, por ejemplo).
Por otro lado, de manera constante, buena parte de los medios suele repetir mensajes sobre el peligro de que ese gobierno irresponsable
y hostil
obtenga armas nucleares, sobre si Irán está detrás de atentados terroristas
en varias esquinas del mundo, o si conspira con los enemigos de Washington. Los noticieros evalúan, con los expertos
de siempre, qué tan grave es la amenaza
de Irán contra Occidente
, o hasta, como lo hizo CNN, considerar si Irán está planeando un ataque contra Estados Unidos
.
Toda esta retórica ha tenido el efecto esperado en la opinión pública, donde Irán es identificado por mayorías como una amenaza
principal para Estados Unidos, y como secuela, mayorías apoyan un ataque en el caso de que Irán esté por obtener armas nucleares. Como señaló hoy el New York Times, hay ecos de cómo se preparó la guerra contra Irak, con retórica sobre la amenaza inminente
que representaban las armas de destrucción masiva para Estados Unidos.
Así, aun antes de concluir las aventuras bélicas en Irak y Afganistán –las guerras más largas y costosas en la historia del país– y con la ampliación de acciones militares a control remoto con aeronaves no tripuladas (drones) en África, Pakistán y Afganistán, se habla abiertamente de abrir otro frente de guerra.