En vías de anexión
uando Estonia proclamó su independencia –meses antes de la desintegración de la Unión Soviética– muchas personas pensaban que Finlandia, dado su histórico origen común, la estaba esperando con los brazos abiertos, pero el país escandinavo no quiso asumir los gastos del pariente pobre, la república báltica.
Cada cual siguió su propio camino y ambas, con desigual nivel de desarrollo, dos décadas después, forman parte de la Unión Europea y no figura en su agenda bilateral formar un solo Estado.
En cambio, uno de los países menos ricos de la Unión Europea, Rumania, en ese mismo lapso ha dado pasos significativos hacia su anhelada anexión de una de las repúblicas más pobres de la antigua Unión Soviética, Moldavia.
Distanciadas las autoridades de Chisinau con el gobierno de Rusia, por el conflicto interétnico del Transdniéster, en la política moldava se fortalecen quienes promueven la unificación con Rumania o, si se prefiere, la absorción del chico por el grande.
Para expresarlo con cifras, el territorio actual de Rumania es 200 mil kilómetros más extenso que el de Moldavia y, en términos de población, hay más de 21 millones de rumanos frente a 3 millones y medio de moldavos.
Entretanto, cientos de voluntarios inundan las principales ciudades y poblados de la ex Besarabia –así empezó a llamarse el principado de Moldavia luego de ser conquistado, en 1812, por los zares de Rusia–, con carteles con una misma inscripción: Aici e Romania!
(¡Aquí es Rumania!).
Sin hacer mucho ruido, Bucarest lleva años haciendo lo mismo que hizo Rusia en Osetia del Sur y Abjazia, regiones que de facto se separaron de Georgia: otorga su ciudadanía, en este caso a cuanto moldavo lo solicita (últimamente se fijaron algunos requisitos como tener dominio del idioma rumano).
Según diversas estimaciones, ya hay un millón de moldavos con pasaporte rumano, casi una tercera parte de la población de esta ex república soviética ahora en vías de anexión.
Una vez que el Partido Socialdemócrata rumano formalizó la apertura de su filial en Moldavia, el Parlamento de Rumania dio luz verde para tener en Bucarest diputados moldavos con pasaporte rumano. El primero entrará en las próximas elecciones en la lista de los socialdemócratas.
A todo esto, prácticamente no existe frontera entre Rumania y Moldavia, sólo unos pasos fronterizos simplificados y una zona de 30 kilómetros a ambos lados en que cualquiera puede entrar sin explicaciones.
Bucarest y Chisinau, en un contexto de acercamiento cada vez mayor, continúan los preparativos para llevar a cabo una sesión conjunta de sus gobiernos para impulsar los procesos de integración.