La producción de agave azul en el sur de Jalisco
La maldición del oro azul
Peter R.W. Gerritsen* y Jaime Morales Hernández**
*Universidad de Guadalajara
**Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente
Hablar del tequila es hablar
del agave pero no
de cualquier variedad, es
hablar del agave azul, y si
bien el tequila ha logrado posicionarse como
bebida a nivel internacional, en el entorno
local el panorama se vuelve sombrío cuando
nos detenemos en las formas de producción
de su materia prima y los efectos que tiene
sobre el medio ambiente y las sociedades
rurales. Ilustraremos esta situación con el
ejemplo del sur de Jalisco.
La esperanza del oro azul. El cultivo del
agave azul es nuevo en el sur de Jalisco y apareció
por primera vez a principios de los 90s.
Desde entonces, ha presentado un crecimiento
acelerado, motivado por varios factores: la
demanda nacional e internacional, el alto
valor de la materia prima para la elaboración
del tequila, los constantes ciclos de déficit y
demanda del producto, la apertura de apoyos
financieros privados y gubernamentales y la
aparente rentabilidad del cultivo.
Con su llegada, el agave azul despertó grandes
sueños y promesas entre los productores de
esta región, en un periodo de crisis económica
y precios bajos de los cultivos tradicionales, y
muchos de los agricultores hablaban entusiasmados
de la llegada del “oro azul”. Un caso
representativo es el ejido Modelo, donde dos
o tres personas recibieron millones de pesos
por su agave, ya que en ese momento sólo eran
ellos los que tenían este cultivo. A raíz de este
hecho, y dado que no había materia prima para
el tequila, se inició el boom de las plantaciones
de agave con el objetivo de hacerse ricos.
Al principio hubo campesinos, paisanos en el
extranjero y personas que vendieron infinidad
de bienes con tal de entrar al negocio del agave.
Compraron la planta a 16 pesos, y con una
densidad de tres mil a tres mil 500 plantas por
hectárea, hicieron un gasto de 48 mil a 56 mil
pesos por hectárea sólo en la plantación. Ahí
empezaron siete a ocho años de mantenimiento
y manejo del cultivo que generaron muchos
gastos más. Cabe resaltar las grandes cantidades
de agroquímicos que se emplearon durante
estos años del cuidado de la planta (pesticidas,
fungicidas, selladores para la tierra, abonos de
todo tipo). En aquel tiempo, bastaba con que
alguien llegara a ofrecer un agroquímico para
el agave y ya tenía vendido todo su producto,
y se despedía con encargos para regresar después.
Pero al final de cuentas en el ejido Zapata
un incendio bastó para quemar las ilusiones
de la gente y hubo campesinos que no cosecharon
ni siquiera una bola de toda una parcela.
Otra maldición será. Ahora, después de más
de diez años, con paisaje azules dominando
muchas regiones, queda claro que no se cumplieron
estas esperanzas campesinas. El oro
azul se ha convertido en una maldición conocida,
ya que el agave azul ha seguido el mismo
camino que otros cultivos agroindustriales.
Igual que en varios cultivos representativos
de la agricultura agroindustrial, la expansión
acelerada del cultivo de agave azul ha tenido
efectos negativos en los ámbitos ecológico,
económico y social y se ha convertido en fuente
de fuerte preocupación para los campesinos
y otros actores regionales. Entre los efectos negativos
que actualmente se observan, se cuentan:
erosión de suelo, contaminación de suelo
y agua por el uso de agroquímicos (altamente
tóxicos y prohibidos en otros países) y destrucción
de los bosques nativos de los ejidos.
Además, como es el caso del ejido Modelo,
el cambio de cultivo ha causado consecuencias
en la vida campesina. Allí 80 por ciento
de los parcelas se convirtieron en plantaciones
de agave y dejaron de lado las siembras
de maíz y frijol, que habían sido el sustento
de todas las familias hasta la llegada de este
engaño fatal. Se ha ocasionado la escasez de
maíz y frijol, la compra-venta de tortilla de
fuera y la pérdida del amor y respeto por la
tierra. Además, las únicas beneficiadas del
boom del agave fueron las empresas tequileras
(ya que tienen bastante materia prima, y
no bajaron el precio del tequila a pesar de
que se abarató la materia prima); el Grupo
Maseca (con la falta de siembra de maíz,
ahora esta compañía vende más), y el gobierno
(con la descampesinización del campo,
tiene el camino libre para hacer lo que le
venga en gana).
En este momento, el agave azul en la sur de
Jalisco representa una maldición más fomentada
por la agroindustria. Es una triste realidad,
pero es la nuestra.
A manera de conclusión. El libro Agave azul,
sociedad y medio ambiente, editado por Peter
Gerritsen y Luis Manuel Martínez Rivera, de
la Universidad de Guadalajara, describe la problemática
del agave azul en el sur de Jalisco.
El libro muestra que no es posible continuar
cultivándolo con los paquetes tecnológicos
que sólo buscan una dependencia económica
de recursos externos, y deberán implementarse
nuevas formas de cultivar esta especie con
métodos más amigables con el ambiente y con
las especies que han vivido en forma silvestre
en estos espacios, donde el agave azul es una
especie extraña que en muchos de los casos
reemplaza la flora y la fauna nativa.
Los mezcales del sur de Jalisco:
tradición milenaria y diversidad en riesgo
Zizumbo V.* y Miguel Partida Rivera**
*Profesores-Investigadores de la Unidad de Recursos Naturales, Centro de Investigación Científi ca de Yucatán (CICY)
** Productor de mezcales artesanales tradicionales de Zapotitlán, Jalisco
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¿Mezcales de Jalisco? ¿Qué no
Jalisco es la tierra del tequila? Sí, pero el tequila, que antes se
llamaba vino-mezcal de Tequila,
es sólo uno de los mezcales cuya cuna es
Jalisco, tierra con gran tradición de mezcales.
Sin embargo, y de forma muy extraña, Jalisco
se encuentra en su totalidad dentro de la Denominación
de Origen Tequila (DOT), pero
no en la Denominación de Origen Mezcal
(DOM). Esto significa que legalmente ninguno
de los productores de mezcales artesanales
tradicionales que producen en ese estado con
especies diferentes del clon Agave tequilana
Weber variedad azul puede comercializar su
bebida con el nombre que por derecho histórico
les pertenece: mezcal. En esta situación
están ellos y todos los productores de los 19
estados de la República que producen tradicionalmente
mezcales y no están en la DOM.
El caso del sur de Jalisco es emblemático. Se
trata de una región, en los alrededores de los
volcanes de Colima, donde se ha encontrado
evidencia arqueológica del uso y la importancia
continua de los magueyes desde hace
cuando menos dos mil 500 años. A partir de
este uso continuo, los pobladores han seleccionado
más de 20 variedades tradicionales
de Agave angustifolia Haw, la misma especie
de la que se originó la variedad azul con
la que se elabora el tequila, de acuerdo con
todas las evidencias científicas. Junto a estas
variedades, también cultivan otra especie: A.
rhodacantha Trel.
Todas sus variedades de maguey son parte
del sistema agrícola milenario llamado
milpa –el cultivo simultáneo de maíz, frijol,
calabaza y chile, que es la base de la cultura
agrícola y alimentaria tradicional de nuestro
país, cuyo rasgo distintivo es la diversidad biológica
y cultural–. Las cultivan como cercas
vivas para proteger la milpa del ganado, y dentro
de la milpa, a manera de bordos en sentido
contrario a la pendiente, para proteger el
suelo de la erosión y ayudar a la captación de
agua. La estrategia de los productores ha sido
crear y mantener no sólo muchas variedades
de una misma especie que se puedan cultivar
junto con los alimentos básicos, sino también
variedades que en sí mismas contienen alta
diversidad genética, muchísimo mayor, en
73 por ciento, que la del tequila. Esta alta diversidad
y su cultivo bajo asociación son un
seguro contra del ataque de plagas y enfermedades
y contra los efectos del cambio climático.
Pero también significa una gran variedad
de aromas y sabores, muchísimo mayor que
la monotonía del sabor del tequila, que sólo
se produce con la variedad azul.
Las características del hoy sur de Jalisco fueron
descritas por los españoles en la Relación
de Zapotitlán en 1579: “Hay en esta provincia
un árbol llamado MEXCATL, que llaman
los españoles ‘maguey’, que dél se hace vino,
vinagre, miel, sogas, ropa, madera para casas,
agujas, clavos, hilo, bálsamo para heridas
muy aprobado”.
Más de 430 años produciendo vino de mexcatl
y estos artesanos tradicionales no pueden
llamar comercialmente a su bebida mezcal.
Las amenazas para el mantenimiento de
esta cultura milenaria, de la gran diversidad
de plantas y de esta fuente de ingresos de
decenas de campesinos de esta región, con
altos índices de marginación y emigración a
Estados Unidos, han ido multiplicándose y
agravándose hasta volverse fatales. Las amenazas
vienen principalmente de la industria
tequilera, y esto es paradójico, ya que su desaparición
representará el desvanecimiento
de la cultura y la diversidad de plantas ¡de las
que el mismísimo tequila se originó!
El crecimiento de la industria tequilera ha
llevado a la expansión del monocultivo de
la variedad azul a esta zona, en donde se le
renta a los campesinos la tierra con el compromiso
de no cultivar variedades tradicionales,
evitando así que en la cosecha se vayan
cabezas que no sean de la variedad azul. Para
economizar mano de obra, lo siembran en el
sentido de la pendiente, causando erosión del
suelo. Su cultivo requiere del uso de plaguicidas
y herbicidas, porque, como dicen los
campesinos “hasta los pollos se las comen”.
Esto obliga a que sea un monocultivo que
desplaza no sólo a las variedades tradicionales
de mezcal, sino también a los cultivos
alimenticios. Muchos campesinos, sin embargo,
se han resistido a sembrar tequila en
sus tierras y continúan con variedades tradicionales
y produciendo mezcales artesanales.
Pero la industria tequilera está dispuesta a
desaparecerlos completamente del mercado.
Con la NOM 186 que propone la Secretaría
de Economía, no sólo no podrían llamar a
sus bebidas mezcales, como ya los restringe
la DOM, sino que tendrían que llamarlas
“aguardiente” o “destilado de agavácea”
(nombre de la familia botánica a la que pertenecen
los agaves), evitándoles transmitir al
consumidor, con la palabra mezcal y con la
palabra Agave, toda la tradición y la especificidad
biológica que hay detrás de sus bebidas.
De prosperar esa NOM, definitivamente
desaparecerían esta tradición milenaria y la
diversidad biológica en la que se sustenta, privando
a los productores del derecho de dedicarse
a una labor lícita, derecho consagrado
por el artículo 5 de nuestra Carta Magna, y
profundizando lo que para ellos ya es una
cruel realidad actual: la marginación en su
patria y la necesidad de la emigración. |
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