Debido a la preponderancia de enfoques más conservadores y convencionales en materia económica, y a que los países miembros no cumplen con los compromisos asumidos en las recientes cumbres, el G-20 ha caído en una creciente irrelevancia ante las exigencias de una crisis económica global que todavía está lejos de superarse, aseguró el embajador Jorge Eduardo Navarrete.

Al participar en el Seminario para Medios sobre G-20, dijo que este grupo, integrado por las principales economías del mundo, se ha alejado del espíritu expresado en su reunión de Pittsburgh, en septiembre de 2009, donde no sólo hubo entendimiento y consenso tanto en el análisis de los problemas de la economía, sino también en las políticas que los países miembros adoptarían en favor de la reactivación económica y generación de empleos.

Sin embargo, tras citar diversos hechos de subordinación de algunos países en desarrollo y de incumplimiento de compromisos de otros, los más desarrollados, dijo que la dirección tomada apunta a la irrelevancia en las acciones del grupo.

Durante el acto, realizado en la Casa Lamm, el especialista dijo que si bien los documentos que se suscriben luego de cada reunión no han cambiado, sí se ha movido progresivamente el énfasis de las acciones encaminadas a fortalecer la recuperación económica y la generación de empleos, a privilegiar la consolidación fiscal en momentos en los que todavía no son propicios y la economía sigue sin crecer.

Navarrete –quien ha sido citado por Andrés Manuel López Obrador, precandidato presidencial del Movimiento Progresista, para desempeñarse como canciller en caso de obtener el triunfo en las elecciones de julio próximo– dijo, sin embargo, que esta irrelevancia puede no ser irreversible.

Desde su visión, el G-20 todavía tiene la opción de ser particularmente activo para hacer frente a una crisis económica global que no ha terminado, y que en ciertos momentos empeora, sobre todo en las economías europeas, y donde la recuperación de Estados Unidos todavía es débil.

El grupo, añadió, puede retomar el espíritu de Pittsburgh, que significaría reconocer que lo que se requiere son políticas y acciones coordinadas en favor de la reactivación económica, la creación del empleo, y gestionar de manera colectiva la economía mundial, además de poner en su lugar a las instituciones financieras, las cuales han regresado groseramente por los privilegios que provocaron la crisis misma, dijo el también miembro del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México,

Sin embargo, el diplomático consideró muy remoto que esta posibilidad pueda darse de aquí a la siguiente reunión del G-20, programada para el 18 y 19 de junio próximos, o incluso en el presente año.

Yo lo dudo mucho, porque el gobierno que ejerce la presidencia (México la tiene en este 2012) es absolutamente alérgico a las políticas de estímulo económico mediante gasto deficitario o a las políticas de control financiero. Es bien conocida su aversión a la idea de establecer impuestos a las transacciones financieras internacionales, y suele favorecer las posiciones más moderadas en cuanto al abanico de opciones de política económica y financiera.