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El vicepresidente chino visita EU para que la relación avance en la dirección correcta

Mayor poder y prosperidad traen responsabilidades: Obama a Xi Jinping

Lo reciben en el Pentágono con guardia de honor; se reúne con Panetta y Hillary Clinton

Tenemos logros en derechos humanos pero siempre hay espacio para mejorar, dice el líder asiático

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Xi Jinping, considerado el próximo presidente de China, ayer en la Casa Blanca con el mandatario estadunidense Barack ObamaFoto Xinhua
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de febrero de 2012, p. 25

Nueva York, 14 de febrero. El presidente Barack Obama ofreció hoy la bienvenida al surgimiento pacífico de China, al recibir al vicepresidente Xi Jinping, considerado en Washington el próximo líder máximo de China.

Poco después, el vicepresidente Joseph Biden, anfitrión oficial del líder chino, reiteró el mensaje de cooperación bilateral, pero subrayó los rubros de fricción en la relación, incluidos los derechos humanos, comercio y diferencias en política exterior como el asunto de Siria.

Sin embargo, aunque Estados Unidos puede quejarse, ya no puede imponer sus condiciones sobre esta relación entre las dos economías más grandes del mundo. Con un déficit comercial sin precedente con China (casi de 300 mil millones de dólares en 2011) que a la vez es el mayor acreedor de Estados Unidos, y con el traslado de la manufactura de todo tipo de productos de consumo masivo –desde tenis hasta aparatos electrónicos–, no está claro quién depende más de quién en esta relación.

Tal vez por ello, Biden se vio obligado a decir que mientras el gobierno estadunidense está determinado en mantener su papel en Asia, reconoció que Estados Unidos y China somos poderes en el Pacífico, y todos los días los asuntos de nuestras naciones y el bienestar de nuestros ciudadanos están cada vez más interconectados.

Aun así, los estadunidenses insistieron en ofrecer consejos y advertencias. En breves comentarios después de su reunión, con Xi a su lado, Obama expresó que con una ampliación de poder y prosperidad, también vienen responsabilidades incrementadas. Agregó que en temas de política comercial, todos tienen que trabajar por las mismas reglas del camino cuando se trata del sistema económico mundial.

Xi habló poco sobre disputas, asuntos económicos, militares o las discrepancias con Washington en política exterior respecto de países como Irán o Siria. Al lado de Obama, afirmó que estaba aquí para avanzar la relación China-Estados Unidos en la dirección correcta y promover una relación cooperativa basada en el respeto mutuo. Más tarde afirmó que ambos lados necesitan resolver sus disputas comerciales por medio del diálogo y no del proteccionismo y que China había dado pasos para resolver algunos de estos asuntos, pero que esperaba que Estados Unidos hiciera lo mismo con las preocupaciones chinas.

China ha demostrado que cada vez menos Washington puede imponer su voluntad en el ámbito internacional, tanto en asuntos económicos como en política exterior. Esto fue evidente una vez más en los últimos días cuando China se sumó a Rusia para vetar una resolución impulsada por Estados Unidos en la Organización de Naciones Unidas contra el régimen de Siria.

Xi inició su gira en Estados Unidos hoy, en lo que todos calificaron como una visita para darse a conocer, ya que todo indica que será el próximo presidente del gigante asiático. Además de su encuentro con Obama en la Casa Blanca, comió en el Departamento de Estado con Biden y la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Se reunió con el alto mando del Pentágono (ahí lo recibió una guardia de honor), atendió un foro con líderes empresariales en la Cámara de Comercio de Estados Unidos y acabó con una cena en su honor en la residencia del vicepresidente. La noche del lunes, en una cena en la embajada china, Xi se reunió con los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y Brent Scowcroft, entre otros reconocidos veteranos de la política exterior estadunidense.

El gobierno de Obama resaltó la visita de Xi al Pentágono, donde se entrevistó con el secretario de Defensa Leon Panetta y el presidente del estado mayor, general Martin Dempsey, ya que en meses recientes China ha expresado cierto disgusto ante la ampliación de la presencia militar estadunidense en Asia y el Pacífico. En noviembre de 2011, Obama provocó una reacción china adversa cuando anunció su plan para desplegar a 2 mil 500 marines en Australia entre otras medidas para, según él, asegurar que como una nación del Pacífico, Estados Unidos jugará un papel más grande y de más largo plazo en moldear esta región y su futuro, un mensaje interpretado por casi todos como que Estados Unidos no cederá espacio ante el surgimiento de China en esa zona. Xi también ocupa el puesto de vicepresidente de la Comisión Militar Central de China, y según reporta el New York Times, funcionarios del gobierno de Obama esperan que esta parte de la visita logre mejorar las tensiones bilaterales sobre este asunto.

A la vez, el tema de derechos humanos, siempre un irritante en la relación bilateral, fue abordado por los estadunidenses. Sobre este tema, dijo Obama, continuaremos enfatizando lo que creemos que es la importancia de reconocer las aspiraciones y derechos de todo pueblo. Xi, en la comida del Departamento de Estado, afirmó que su país ha tenido enormes logros en la mejora de derechos humanos a lo largo de los últimos 30 años, pero siempre hay espacio para mejorar. Mientras tanto, las protestas y manifestaciones por el tema del Tíbet y también de disidentes chinos que viven en este país, estaban a las puertas de la Casa Blanca y seguramente continuarán a lo largo de la gira de Xi en este país.

Pocos vicepresidentes de otros países gozan de un trato de tan alto nivel en Washington, y quedó claro que esta visita es diferente por el hecho de que todos suponen que el invitado será el próximo presidente de China después de que se lleve a cabo el relevo de los integrantes del Politburó del Partido Comunista en el otoño y se instale el próximo mandatario en marzo de 2013. Y como nada está garantizado, la visita tiene una coreografía un poco delicada ya que tiene un trasfondo tanto doméstico como internacional para Obama y el dirigente chino. Por todo esto, no se esperan grandes anuncios ni negociaciones concretas sobre ninguno de los rubros que definen la relación bilateral, ya que la cautela en no cometer errores prevalecerá. O sea, es un viaje, dicen todos, para que cada quién se conozca.

Xi continuará su gira de cinco días, que incluye una escala en el pueblo de Muscatine, en Iowa, donde el líder chino estuvo en los 80 como parte de una delegación para estudiar técnicas agrarias, y concluirá con una serie de reuniones en Los Ángeles.