Fue uno de los peores partidos de los que me acuerdo, dijo un entristecido Memo Vázquez
Los Camoteros ascendieron al puesto 11 de la tabla general, mientras los auriazules bajaron al 15
El resultado, prueba de que la falta de pagos no complica el trabajo del jugador: Osorio
Lunes 13 de febrero de 2012, p. 2
Pumas no supo defenderse del juego por pauta que practicó el Puebla, que vino a Ciudad Universitaria para llevarse el triunfo 2-0 y romper un maleficio de no ganar aquí en el torneo regular desde 1998, por lo que el técnico auriazul, Guillermo Vázquez, fue lapidario al comentar: Fue uno de los peores partidos de los que me acuerde
que haya protagonizado en su casa.
Tras el resultado obtenido, con las anotaciones de Luis Ángel Landín, al minuto cinco, y del español Luis García (67), el equipo de la franja ascendió al sitio 11 de la tabla general, mientras los alicaídos felinos descendieron al puesto 15, con cinco unidades y una mala experiencia que los dejó molestos.
El regreso del árbitro Marco Antonio Rodríguez causaba expectativa, luego del castigo de cinco cotejos que le impusieron, pero la sorpresa para los seguidores del club del Pedregal fue mayúscula cuando en los primeros minutos del partido Landín fue habilitado con un pase medido; tomó el tiempo para planear la jugada y obligó al portero Alejandro Palacios a entregarse, para abrir el marcador 1-0.
Desde ese momento, el partido estaba sentenciado y la agonía que sufrieron los de casa fue lenta y pesada, ya que por más caminos, combinaciones y pelotazos con los que trataron de desarticular el orden de los rivales, sólo lograban verse mal parados, a ratos confundidos, pero siempre sin esa garra de la que tanto alarde hacen.
El sol brillaba a ratos con intensidad en la cancha del estadio Olímpico Universitario, pero el futbol practicado por los anfitriones enfriaba cualquier fuente de calor. El argentino Martín Bravo pretendió reaccionar luego de la primera anotación en contra y puso en aprietos al portero camotero Alexandro Álvarez, pero no hubo quien lo acompañara en las acometidas.
Una de las llegadas de Bravo puso a prueba al guardameta del Puebla, quien con la frialdad con la que se desempeñó en el partido no se movió hasta el último instante para con el puño mandar a tiro de esquina. Fue una de las mejores posibilidades del conjunto universitario.
Los visitantes, con su uniforme de gala, parecían ejecutantes de la orquesta del futbol. Actuaban por nota. Tocaban el balón, casi siempre al frente, y cada pase era el engranaje de una jugada que llegaba a la meta rival con peligro, por lo que Alejandro Palacios debió hacer su mejor esfuerzo para evitar la anotación.
El cambiante clima de sol quemante a gélidos nublados fue la variación más significativa de los minutos siguientes, cuando los dirigidos por el colombiano Juan Carlos Osorio no detuvieron su intento de hacer más anotaciones, pero sin lograrlo.
Para la segunda mitad, cuando los aficionados locales esperaban un cambio en la estrategia, sólo recibieron más de lo mismo. No hubo garra: su lucha por el balón fue escasa y ni dónde encontrar el orgullo universitario. Nada, acaso un poco de futbol defensivo.
Una tarde mala, de ésas que una y otra vez citan técnicos y jugadores, era la que padecía Pumas, pero el desequilibrio mayor devino con la expulsión de Marco Antonio Palacios, al acumular dos amarillas. Era el minuto 63.
Desde ese momento nada fue igual. El dominio de los de la franja se incrementó ante la inferioridad de los anfitriones, a quienes les costaba mucho lograr tres pases seguidos.
La debacle universitaria llegó al minuto 67, cuando el estadunidense DaMarcus Beasley sirvió un pase milimétrico a Luis García, quien sin marca rival se dio tiempo para acomodarse y con la izquierda soltó un disparo más colocado que fuerte para vencer a Palacios y poner el segundo gol, doloroso como un clavo.
Puebla respiraba ufano con aire de triunfador. Egoísta, mantuvo el control del esférico por varios minutos. Desesperaba a los rivales, que habían caído en un letargo del que parecía imposible salir, pero en los instantes últimos volvieron a la lucha.
Dos o tres veces rondaron la portería de Alexandro Álvarez con disparos de media distancia, con un cabezazo en su área y con un par de intentos más, que sólo quedaron en posibilidades. El silbante Marco Antonio Rodríguez, quien esta vez no fue protagonista, decretó el final con sonoro silbatazo y quitándole de las manos el esférico a un jugador.
Pumas se ganó la segunda rechifla de la tarde. La otra fue cuando los auriazules se dirigían a los vestidores al término del primer tiempo.
A la reunión con los medios, Memo Vázquez se presentó con manifiesta tristeza; apenas levantaba la mirada. Lo aceptó todo: jugaron mal, no tuvieron el dominio del balón, algunos fueron muy distintos de lo mostrado siempre, para al final culparse de todo, desde el planteamiento inicial hasta los cambios que no le dieron resultado.
Se dijo preocupado porque hubo algunos, tal vez todos (los jugadores), que dejaron de hacer cosas que debieron haber hecho
, por lo que sin posibilidad de rescatar nada de la derrota sólo se comprometió a dar vuelta a la página
y replantear todo lo táctico, en espera de que sea una tarde para el olvido.
Del otro lado, el estratega del Puebla, Juan Carlos Osorio, no mostraba alegría pese al marcador y a la contundencia obtenida por su equipo. Serio, expuso que es el resultado del trabajo que se hace en los entrenamientos y que es una muestra de que los problemas administrativos –falta de pagos– no complica el trabajo de los jugadores.
Ni siquiera esbozó alguna sonrisa cuando mencionó que es bueno ganarle a uno de los grandes del futbol nacional.