Dos son las grandes traiciones que el escritor David Martín del Campo (Distrito Federal, 1952) admite haber cometido en sus casi 60 años de vida: una contra el periodismo y la otra contra el cine.

De allí que su novela más reciente, No desearás, represente una especie de acto de contrición –un homenaje, le llama él– para con ese par de disciplinas, cuyo ejercicio decidió abandonar para dedicarse de lleno a la literatura.

Si algo resulta muy evidente en ese libro, publicado por Alfaguara, es el protagonismo del cine y el periodismo como escenarios y personajes permanentes de las dos historias que en él se desarrollan.

El cine, porque el autor sitúa la primera parte del volumen en torno de la filmación de La noche de la iguana, emprendida en el otoño de 1963 por John Huston en Puerto Vallarta, México, en aquel entonces un caserío de pescadores.

Con un elenco integrado por la mítica Ava Gardner, Richard Burton, Sue Lyon y Deborah Kerr, el rodaje de esta cinta ocupó los titulares de los principales medios de la época por las andanzas de Burton y Elizabeth Taylor, en lo que la prensa catalogó como el adulterio más famoso de la historia.

El periodismo, en tanto, se hace presente en la segunda parte, a partir de las pesquisas de una acuciosa y bella reportera mexicana que, varios años después, intenta localizar el paradero de un escritor estadunidense que inexplicablemente desapareció en Puerto Vallarta.

El alcohol, el sexo, pero sobre todo el olvido, son los ingredientes que entretejen ambas historias, las cuales, en principio, dan la impresión de estar inconexas, pero conforme se avanza en la lectura terminan por converger y explicarse entre sí, de manera sutil.

Ese salto narrativo es una constante en los libros más recientes de David Martín del Campo, en los que de forma súbita cambia de tono y narrador con el propósito, señala, de hacer más evidente los trasfondos de las historias que cuenta.

En el caso de No desearás, refiere, su interés ha sido homenajear al silencio, a la sombra, al hecho de optar por el anonimato, desaparecer.

En esta novela intento ofrecer una historia que no sabemos si es cierta ni quién la escribió; está construida a partir de un cúmulo de incógnitas. Es una apuesta contra las certezas, explica en entrevista.

Es una obra sobre el escándalo y la fama, en su primera parte, y la segunda, sobre la intimidad y el silencio. Es una especie de escrituras de los dos lados del espejo.

Para David Martín del Campo resulta irrelevante, por lo menos en esta ocasión, determinar qué elementos son ciertos y cuáles falsos en la construcción de una novela: Estamos muy maniatados por la novela histórica, la novela reportaje; aquí mi apuesta es, y trato de celebrarlo, la imaginación del autor.

Al respecto, comparte su convicción de que la mentira es una de las más grandes virtudes de la novela como género, y pone como ejemplos las impecables mentiras que son El Quijote y Rayuela.

El mayor interés que tiene este autor dentro de la literatura es con el lenguaje, el trabajo de transformación de éste, asegura, máxime cuando la tendencia actual es por el barroquismo y la confusión.

Si en México hay pocos lectores, con ese tipo de textos estamos condenando al libro al fracaso, al basurero, enfatiza.

Lo que más me preocupa es compartir la ensoñación literaria con los lectores, llevarlos con un lenguaje prudente, directo, hasta cierto grado elegante; que sea una ensoñación compartida entre mi escritura y sus experiencias.