Alerta ONG sobre el riesgo de un nuevo ciclo de violencia en el país
Jueves 9 de febrero de 2012, p. 24
Bogotá, 8 de febrero. Las guerrillas en Colombia aumentaron sus acciones en 2011, y las bandas criminales herederas de los paramilitares consolidaron su presencia en varias regiones, según un informe de la organización no gubernamental Nuevo Arcoiris, que alertó del riesgo de un nuevo ciclo de violencia.
Desde 2008 hemos visto un aumento permanente de la violencia, que se puede consolidar. Estamos en el momento clave para detener un nuevo ciclo de violencia
, dijo León Valencia, director de Nuevo Arcoiris, al presentar el informe este miércoles.
El estudio señala dos principales amenazas a la seguridad en Colombia: las bandas criminales surgidas tras la desmovilización de las ultraderechistas paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia –entre 2003 y 2006– y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), a partir de una alianza concretada entre estos grupos rebeldes en 2009.
Las bandas criminales, identificadas en siete grandes estructuras, tienen presencia en 209 municipios (de un total de mil 103) que se corresponden con los territorios en los que dominaban los paramilitares y donde cuentan con apoyos de funcionarios del Estado y de políticos locales, señaló el documento.
Además, Valencia destacó que esas bandas aportan más acciones de violencia que las guerrillas
, aunque sus ataques a las fuerza pública son limitados y sus actos se concentran más bien en asesinatos y desplazamiento de civiles.
En las zonas donde operan esas bandas, Nuevo Arcoiris contó 126 asesinatos de activistas de derechos humanos y líderes campesinos entre 2007 y agosto de 2011, y les atribuye 2 mil 479 desplazamientos individuales en el primer semestre del año pasado.
Agregó: el narcotráfico es para los neoparamilitares y las guerrillas una de las principales fuentes de financiación
, y las bandas criminales suman a ello la minería, el contrabando de gasolina procedente de Venezuela y la extorsión.
La muerte en operativos de las fuerzas armadas de los jefes de las FARC Jorge Briceño, en 2010, y Alfonso Cano, en 2011, fueron un importante golpe político por la sensación de victoria en el gobierno y la sociedad, así como por la vulnerabilidad que sintió la guerrilla
, pero no incidió en una menor actividad de ese grupo rebelde.