Es una metáfora de la libertad y contra la discriminación
; se escenifica en el Ofelia
¿Cómo es posible que después del trabajo en un campo de concentración quedara fuerza para hacer teatro?: el director Isaac Slomianski
El texto fue escrito en la antesala del infierno
Miércoles 8 de febrero de 2012, p. 8
En el Teatro Ofelia se escenifica El último ciclista, de Karel Svenk, única obra de teatro que escapó de la destrucción nazi. Fue escrita en un campo de concentración, donde el arte surgió como forma de libertad y de expresión, expuso en entrevista el director de la pieza, Isaac Slomianski.
“Son pocos los textos de este tipo que pudieron rescatarse, por razones obvias, por las circunstancias, en ese campo de concentración (Terezín), que había sido creado por Joseph Goebbels para hacer películas que le sirvieran para desarrollar sus planes de propaganda. De hecho, hay una película que se llamó El Führer, la cual se halla en Internet. Ahí se puede ver que es casi pastoral, porque su objetivo era desinformar. Goebbels llevó gente que había estado en cine, en teatro. Mientras hacían películas, quienes eran trasladados ahí hacían otro tipo de obras, a pesar de estar en esas condiciones. El teatro era más que clandestino.”
El director agrega: “Goebbels tenía una mente que es difícil imaginar. La cuestión es: ¿cómo es posible que después de los trabajos forzados quedara fuerza para hacer teatro? El arte es, en ese sentido, un demonio.
Se hicieron varias obras, pero la única que sobrevivió fue ésta. Es más, los diálogos no son los de un escritor que esté sentado en la mesa, que tiende a lucirse, que tiene más vuelos. ¡No! Esto es pura acción. No creo que haya habido una obra creada en estas circunstancias. Fue escrita en la antesala del infierno. En nuestro medio queremos tener una muerte casi burguesa, pero esa gente, en esas circunstancias, moría en masa, asesinados, exterminada. ¿Qué es lo que hará el demonio?
El montaje es un espejo de lo que fue el nazismo, sin ninguna mención al suceso: inicio, auge y caída de la tiranía despota, irracional.
“En la obra hay una metáfora muy abierta para toda persona que haya sido discriminada. En México abundan casos así. Se trata de un grupo de locos que se rebelan en un manicomio y escapan inspirados por una gran líder que es un espejo del Führer. Ellos inventan que el mal de todos los males se debe a los ciclistas y a su existencia.
“La metáfora de los ciclistas es hermosa, porque es de libertad. En la obra los agarran y los envían a la isla del horror. Queda sólo uno, que no tiene nada que ver con el ciclismo, pero se queda por amor. Se enamora de una chica que lo único que quiere es una bici. Hay una gran inocencia, pero la obra a la vez tiene una gran fuerza por todos lo elementos que ahí existen. Es un teatro que es una rebelión contra la muerte. Son 22 escenas en total.”
El último ciclista se presentará todos los jueves de febrero, a las 20:30 horas. La adaptación es de Jana Sedova y Naomi Patz; nueve actores representan a 29 personajes.