El pintor defendió la libertad de expresión y creación contra el franquismo
‘‘Siempre vi en él a uno de los grandes”, manifestó su galerista Soledad Lorenzo
La presidenta del Parlamento catalán subrayó las aportaciones del también escultor a su tierra natal
Martes 7 de febrero de 2012, p. 4
Madrid, 6 de febrero. El artista catalán Antoni Tàpies i Puig murió este lunes a los 88 años de edad en su casa de Barcelona, ciudad donde nació el 13 de diciembre de 1923.
El pintor y escultor, quien estudió las vanguardias y experimentó con todo tipo de materias para confrontar el lenguaje pictórico, se erige en uno de los artífices del arte abstracto de posguerra, por su incursión en el informalismo, pero también por su defensa de la libertad de expresión y de creación al rebelarse contra el régimen de Francisco Franco y participar en asambleas clandestinas y movimientos contestatarios.
Tàpies era el creador español vivo con más reconocimientos, proyección internacional e importancia en la evolución del arte contemporáneo, al haber sido uno de los primeros en abandonar el surrealismo para cobijarse bajo la estética y la propuesta filosófica del informalismo de la posguerra europea, en la que sus impulsores decidieron darle más importancia a la materia que al tamaño.
Fue maestro de varias generaciones de artistas, que vieron en su singular forma de transformar la materia a un alquimista iluminado, que se convirtió en en el gran orgullo de Cataluña.
Del surrealismo al informalismo
El nombre de Tàpies se colocó junto al de otros grandes creadores, como Pablo Picasso, Joan Miró, Salvador Dalí o, en la arquitectura, Antoní Gaudí.
La vida de Tàpies no fue fácil, pues su padre trabajaba en el gobierno de la Generalitat cuando estalló la Guerra Civil española. Su niñez y adolescencia se caracterizaron por muchas carencias y escasas libertades. Ingresó en la facultad de derecho, pero al poco tiempo la abandonó para entregarse a la pintura y el dibujo.
El talento que poseía lo llevó a acercarse a un grupo de artistas, con los que tuvo largos debates estéticos y coincidencias en el terreno creativo, como Joan Brossa –uno de los exponentes de la poesía visual–, Juan Eduardo Cirlot –artista y filósofo, que hizo un estudio exhaustivo de los símbolos–, Joan Ponç, Modest Cuixart, Joan Josep Tharrats y Arnau Puig.
En 1956, con sólo 23 años, fue a París y realizó su primera exposición. Ahí se acercó al surrealismo, pero de forma fugaz, para después entregarse al informalismo, cuyas líneas discursivas coincidieron con su forma de entender la creación: conocimiento íntimo y profundo de la materia para esbozar una idea o concepto existencial que hable de nuestra poética vital.
Desde su visión experimental revolucionó su propio método creativo, que siempre subvertía con nuevos géneros, al trabajar el dibujo, la litografía, el collage, la escultura sobre soportes plásticos, el cemento, el bronce, la cerámica u objetos de uso cotidiano que transformaba en arte. En esto también se adelantó a su tiempo.
De su intensa vida política, se sabe de su incidencia directa en la creación del primer sindicato democrático de estudiantes, para el que aportó ideas al participar en un encuentro secreto en el convento de los monjes capuchinos de la localidad catalana de Sarriá, en 1966.
Su galerista, Soledad Lorenzo, señaló: siempre vi en él a uno de los grandes. Se tomaba muy en serio su trabajo y ha estado pintando hasta hace muy poco. La última vez que lo vi fue en septiembre. Estaba muy mal de cuerpo, pero muy bien de cabeza
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Mientras, la presidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, destacó los aportes de Tápies a la cultura y arte catalanes, a la proyección internacional de Cataluña, al ser él mismo un catalán universal y un gran artista
. Joan Fontcuberta, presidente de la Associació d’Artistes Visuals de Catalunya, destacó el espíritu de compromiso y solidaridad
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