En AL la telenovela tiene el mismo peso que la educación o la Iglesia, afirma Alberto Barrera
La tv puede convertir todo en espectáculo, incluso la tragedia
En Rating, su novela más reciente, explora los límites éticos del medio en su búsqueda de audiencia: todo se vale con tal de ganar, y la miseria humana es el recurso que utiliza
Domingo 5 de febrero de 2012, p. 2
El escritor venezolano, Alberto Barrera Tyska, presentó el viernes pasado –en la librería Rosario Castellanos del Centro Cultural Bella Época– Rating (Anagrama), su novela más reciente, donde aborda el tema de la industria de la televisión y las relaciones humanas sobre el poder y la miseria.
El autor exhibe una mirada crítica sobre el mundo de la televisión y su capacidad para transformar la tragedia social de un país –como la indigencia– en rating, y el impacto de las telenovelas en la cultura latinoamericana.
En entrevista con La Jornada, Barrera Tyska explica que la novela reproduce el discurso caótico de la televisión y en el fondo plantea la pregunta: ¿cuál es el sentido de la vida, en medio del mundo ficticio que crea la televisión?
En el contexto de una industria del espectáculo, como la televisión, el autor enlaza la vida de Pablo Manzanares, estudiante de letras aún con ilusiones, y la de Manuel Izquierdo, de 50 años, cínico guionista en plane crisis de la edad.
“A partir de la narración de estos personajes –señala el autor– cuento la historia de los procesos de producción en la televisión, y cómo este medio es capaz de convertir todo en entretenimiento; incluso la tragedia humana, como el caso de los damnificados. La televisión puede convertir la tragedia en espectáculo.”
Para el narrador venezolano, en la actualidad vivimos en sociedades mediatizadas, en videocracias y con un telegobierno, porque cada vez es mayor la información en los medios, las redes sociales, Internet. Existen diversos dispositivos que influyen en las creencias de la sociedad.
La novela es una especie de espejo, una mirada hacia lo que sucede en el interior de la industria de la televisión, que está presente en nuestras vidas, está en nuestras casas, en la recámaras. El libro intenta meterse en la vida de la televisión y ver un poco cómo funciona por dentro.
A lo largo de la novela, Barrera Tyska muestra cómo las sociedades cada vez están más mediatizadas; la historia que narra permite conocer el funcionamiento de la televisión, que se ha convertido en una máquina de emociones.
Asimismo, plantea que las telenovelas en América Latina tienen el mismo peso que la educación pública o que la Iglesia católica, porque son responsables de la educación sentimental de las personas. La telenovela es responsable de la idea de mujer que durante muchos años se ha tenido. Ha sido el lugar donde se habla públicamente de la intimidad, de las ilusiones, de las relaciones.
Rating explora los límites morales en el crudo mundo de los reality shows, y desde su interior muestra los componentes de la exitosa industria de la telenovela.
“El libro tiene una pregunta final: ¿cuál es el límite ético en la búsqueda de rating? Tal cuestionamiento también se aplica al mercado, a todas las industrias, a la publicidad, a los partidos políticos, a un Estado; es decir, ¿qué límites tenemos a la hora de conseguir los objetivos?
En el caso de la televisión es muy claro, porque todo se vale con tal de ganar, y explotar la miseria humana es el recurso que utiliza. ¿Qué es legítimo o ilegítimo en ese camino?, es otra de de las preguntas que planteo en el libro.
Rating es una ficción literaria donde hay arquetipos humanos: el hombre que pierde el poder y quiere recuperarlo, y el joven que busca prestigio. Los personajes son seres en busca de un lugar en la vida, buscan sobrevivir, porque al final en la televisión nadie pierde y todos serán famosos.
Muchos años he vivido de escribir para la televisión, y la gente preguntaba cómo se les ocurren esas locuras, pero en la vida real todos conocemos casos más delirantes o insólitos a los que vemos en la pantalla. La ficción, muchas veces, persigue la realidad tratando de imitarla, pero la realidad suele ser menos lógica que la ficción.