uan Pablo Sánchez lentamente le iba encontrando la distancia al manso toro de don Fernando de la Mora que traía su jiribilla. El torero se confió y empezaba a torear por naturales y el animal se le venció y le pegó una cornada en el muslo izquierdo, grande pero limpia y la corrida se vino abajo. El gozo se fue el pozo y el público que había llenado el tendido numerado de la plaza al conjuro de la presentación en la temporada del diestro madrileño Julián López El Juli, salió decepcionado por la ilidiable corrida de Fernando de la Mora que regresaba a la capital después de seis años de ausencia.
Una vez más en la temporada invernal toritos de la ilusión
para las figuras. En ocasiones aparecen los bombones que han permitido las faenas en que los toreros con un poco de sitio juegan al toro. Toros chicos, anovillados con embestidas de dulce, sin nervio, sin casta. Si por casta se entiende moverse y tirar cornadas de los bureles. Genéticamente se llegó a los toros de caramelo al grado de perderse la casta. Nuevamente la tarde de ayer los toritos rodando por el redondel, recibiendo un picotazo por puyazo, al margen de que algunos de ellos fueron en todo lo alto. Débiles, con la cabeza alta, defendiéndose y manseando. Estos toritos comerciales están dejando de serlo y lentamente ahuyentan a los aficionados de las plazas.
Con estos toritos tanto El Zotoluco como El Juli demostraron el sitio envidiable que poseen pero se estrellaron ante toros parados que no repetían las embestidas. Los toritos fabricados
para las faenas de arte
resultaron lo contario de lo esperado. Algo tendrá que trabajar el estimado don Fernando de la Mora en su ganadería para devolverle su solvencia. Este fin de semana serán las corridas de aniversario, con los toros de Xajay que son esperanza de bravura.