Domingo 15 de enero de 2012, p. 28
París, 14 de enero. Las agencias de calificación son criticadas desde hace 10 años, sin que sus detractores se pongan de acuerdo para limitar su influencia en los mercados financieros.
Durante 20 años el oligopolio formado por las estadunidenses Standard and Poor’s y Moody’s y la francoestadunidense Fitch ha sido inevitable para los inversores a medida que las finanzas se globalizan.
La primera oleada de críticas surgió con el escándalo en 2001 de Enron, que disfrutaba de buena nota aun cuatro días antes de su cierre.
Seis años más tarde, con la crisis de los préstamos hipotecarios estadunidenses (subprime), las agencias volvieron a ser criticadas por no anticipar la crisis.
Semanas antes de la tormenta otorgaron la AAA a productos financieros de alto riesgo vinculados con las subprime, de las que ahora todos huyen.
El trío está acusado de conflicto de intereses por estar remuneradas directamente por empresas y estados a los que califican. Sin embargo, todos los intentos para disminuir su peso han fracasado.
A mediados de noviembre, el comisario europeo para los Mercados Financieros, Michel Barnier, presentó un proyecto para tratar de endurecer la reglamentación, pero tuvo que renunciar.
El nuevo marco regulador, conocido como Basilea tres, que va a aplicarse a los bancos a partir de 2013, concede incluso un papel más activo a la calificación.
Las agencias también se han visto afectadas por la supuesta debilidad de su personal, procedente de la segunda fila del mundo de las finanzas.