Roma, 10 de enero. El subsecretario de Estado de Italia, Carlo Malinconico, renunció hoy a su cargo tras una serie de denuncias por corrupción, por haber aceptado el pago de su estadía en un lujoso hotel de Porto Ercole, Toscana, en 2007 y 2008, por parte del empresario Francesco de Vito Piscicelli, sospechoso también de corrupción.

Malinconico negó haber incurrido en irregularidades mientras se desempeñó como jefe de Gabinete del gobierno del magnate Silvio Berlusconi, pero dijo que su renuncia le permitirá defender mejor su imagen y honor y proteger la credibilidad del gobierno del primer ministro Mario Monti, tecnócrata sin filiación política.

De acuerdo con Reuters, los gastos fueron pagados por Francesco de Vito Piscicelli, dueño de una constructora, y Angelo Balducci, un ingeniero que fue miembro del directorio del Departamento de Obras Públicas.

Ambos ya fueron arrestados; Piscicelli está acusado de formar parte de una red de empresarios y funcionarios que habría manejado sobornos para adjudicarse labores de construcción para la conferencia en la cumbre del Grupo de los Ocho celebrada en 2009 en Italia.

Balducci también es investigado por su relación con una red de prostitución gay en 2010.

A su vez, la Junta para la Autorización a Proceder de la Cámara de Diputados autorizó el arresto del legislador Nicola Consentino, acusado de complicidad con la mafia napolitana, pero el jueves será la votación definitiva en el pleno de la legislatura.

La mafia se ha convertido en el más grande agente económico en Italia, con una facturación total de 140 mil millones de euros (179 mil millones de dólares), reveló un reporte de la Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas de Turismo, Comercio y Servicios.

Explicó que con una liquidez de 65 mil millones de euros, la mafia, como la Camorra de Nápoles, la Cosa Nostra de Sicilia y la Ndrangheta de Calabria, es el banco número uno del país.

En otro asunto, unas 10 mil personas, la mayoría miembros de la comunidad china, se manifestaron en Roma en demanda de mayor seguridad tras el homicidio, la semana pasada, de Zhou Zheng, de 31 años, y de Joy, su hija de nueve meses, durante un asalto perpetrado por un grupo de hombres de origen marroquí.