Opinión
Ver día anteriorMartes 10 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Dr. Atl: exposición
L

a idea del Museo Colección Blaisten de organizar una exposición sobre el Dr. Atl, en el Centro Cultural Tlaltelolco, pudo concretarse a gran escala debido a que la sección de pintura –a la que se suman los reveladores esténciles de 1912–, se encuentra museografiada en el salón Juárez, lo que ofrece la posibilidad de verla en contexto, ya que no fue necesario desmantelar la parte del acervo que se exhibe en la sección permanente. Ésta, por necesidad, siempre ofrece modificaciones, pues ahora un conjunto relevante se exhibe en el Museo de Bellas Artes de San Diego, California, que dirige Roxana Velázquez.

Lo acepte o no, la curaduría de la actual muestra es de Andrés Blaisten, asistido por su propio, parco y eficiente equipo al que se añadió la ayuda y el préstamo de los dibujos, colección INBA, que actualmente están asignados al acervo del Museo Nacional de Arte (Munal).

Un buen número de ellos se muestran en el espacio de exposiciones temporales y hay quienes no los habíamos visto jamás. No estuvieron disponibles, quizá porque no se habían estudiado o redescubierto, en la también famosa exposición Atl, que tuvo lugar en 1984 y que ocupó, tanto salas del Munal, entonces bajo dirección de Jorge Alberto Manrique, como del Palacio de Minería.

Aquí las obras más tempranas son de 1907. Se trata de retratos al pastel y al óleo de personajes tan notables como Justo Sierra, Luis G. Urbina y Joaquín Clausell, visto de perfil, así como un retrato de Rubén M. Campos –también retratado por Julio Ruelas– de fecha algo posterior. Varias de estas obras provienen del Museo Regional de Guadalajara.

Los pasteles, desde mi punto de vista, preludian el invento de los Atl colors, esas tizas de resina, cera y pigmento muy manejables, que el inquieto artista e investigador concibió y concretó para usarlas en primer término en su propio e incesante quehacer, sumándolas a otras técnicas, inclusive a la acuarela o al temple. La presencia de los Atl colors es bien perceptible en todas las obras en las que fueron utilizados.

La primera obra que revela influencia decisiva de la pintura europea es un desnudo ejecutado con técnica divisionista, que el autor conoció bien durante su inicial estancia en Europa, donde viajó hacia 1896, se dice que para estudiar derecho y filosofía. Si realizó o no estos estudios es cosa que por el momento queda en duda, porque el prolífico pintor, vulcanólogo, narrador, poeta y agitador fue también gran inventor, y no sólo de los Atl colors.

Es autor de una modalidad de paisaje que, si bien sigue una línea iniciada por José María Velasco y después por varios otros, entre los que se cuenta su gran amigo Clausell, difiere bastante respecto de anteriores visiones paisajísticas.

Tal vez uno de los primeros paisajes del valle de México corresponda a Daniel Thomas Egerton, el pintor arteramente asesinado en Tacubaya, quien la efectuó en 1837. Después, artistas como Landesio, Velasco, Luis Coto y otros pusieron énfasis en la pintura de paisaje. El Dr. Atl cierra un ciclo, si bien ha tenido continuadores, aunque pienso que la paisajística del artista nacido en Guadalajara marca límite con las de sus antecesores inmediatos. Es como un crisol de infuencias entre las que cuenta en forma importante el art nouveau, el decó, ciertos rasgos que pudo asimilar de Toulouse Lautrec y señaladamente de Edvard Munch, más lo que su propia idiosincrasia le dictaba desde 1912, caracterizada por una pronunciada capacidad de síntesis y un sentido ornamental que provoca que algunos de sus cuadros de grandes dimensiones produzcan la impresión de telones, más que de pinturas sobre tela o madera. Esto tiene su razón de ser, puesto que fue uno de los primeros animadores del muralismo a partir de 1910, cuando por conducto de una fundación suya, el Círculo de Arte, solicitó del gobierno de Díaz los muros de los edificios públicos con el objeto de realizar murales, en lo que concuerda con Saturnino Herrán, quien albergó la misma idea. Sin embargo, el estallido de la Revolución postergó el proyecto.

Pero el Dr. Atl no sólo trasladó la visión de Velasco a otra escala, sino que se propuso un tipo de realizaciones en las que con frecuencia la topografía no está de acuerdo con lo representado. Se trata de un recurso en el que, de acuerdo con un corto párrafo de Justino Fernández, el pintor ha sabido ser poeta, es decir, rehacer, recrear el paisaje mexicano según sus propias, cualidades personales (es decir las cualidades del propio Dr. Atl).

Buena parte de esas visiones o cualidades son contundentes, sintéticas, inspiradoras del aspecto contemplativo ante el fenómeno paisaje. También hay algunas que en lo personal me parecen discordes o elementales.