Familiares, amigos y colegas rindieron homenaje póstumo al actor en Bellas Artes
Pedro Armendáriz representó todo lo que no pudimos ser
Nos vimos retratados en las más de cien películas
en las que participó, expresó el escritor Carlos Fuentes
Luis Estrada recordó la amistad que los unía: fue como mi padre adoptivo
Martes 10 de enero de 2012, p. 9
Entre todos los rasgos que predominaban en la vida del recién fallecido Pedro Armendáriz, familiares, amigos y colegas destacaron ayer que fue un ser humano que convivió sin hipocresías, quien después de enojarse con alguien al siguente día saludaba como si nada
.
En el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, ante sus cenizas y rodeado de flores blancas y amarillas, autoridades culturales del país, así como de las dependencias relacionadas con la vida artística del país y público en general, rindieron un homenaje póstumo al actor de más de 140 cintas. Antes, la gente afuera del recinto exclamó vivas
a uno de sus actores favoritos.
El homenaje fue organizado de forma conjunta por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), así como por el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica y el Instituto Mexicano de Cinematografía.
Entre los artistas presentes estuvieron María Rojo (una de las impulsoras del homenaje), Silvia Pinal e Ignacio López Tarso.
Figura irrepetible
Pedro Armendáriz, “como todo gran actor, representó todo lo que no pudimos ser, porque nos lo impiden las buenas costumbres, la reserva, el miedo, la ambición. En más de 100 películas nos vimos retratados.
Está representando lo que yo pude ser y no quise o no pude. Ésa es la calidad de un gran actor, y lo hizo como nadie. Fue de una gran estirpe
, comentó luego del acto el escritor Carlos Fuentes.
La ceremonia se inició con las palabras de la titular del CNCA, Consuelo Sáizar, quien expresó: “Estamos reunidos para rendir homenaje a un excepcional ser humano, a un hombre cuya figura definió con mucho al mexicano: Pedro Armedáriz hijo, quien ya forma parte del gran legado artístico del México de los siglos XX y XXI.
“Este acto que nos congrega expresa el respeto y la admiración por un auténtico protagonista de la escena mexicana actual. Armendáriz es una figura irrepetible. Vivió el tiempo de su padre y el suyo propio, y este tiempo nuevo, acompañando e impulsado a las nuevas generaciones. Desde pequeño acompañó a don Pedro a todos los espacios cinematográficos de la época de oro del cine nacional y conoció a todos esos hombres y mujeres que forjaron una de las grandes hazañas culturales del siglo XX.
“En su juventud estudió arquitectura y participó en la construcción del Museo Nacional de Antropología e Historia, con la dirección de Pedro Ramírez Vázquez. Cuando Ripstein lo invitó a participar en una cinta experimental, encontró su destino y decidió dar más brillo al nombre que ya había dado su padre. Pedro sumó su nombre al del otro Pedro, e inició una carrera propia en la que fue dirigido por grandes cineastas: Felipe Cazals (presente en la ceremonia), Arturo Ripstein, Gonzalo Martínez, Julián Pastor, Jaime Humberto Hermosillo, Juan Antonio de la Riva, Alberto Isaac, Busi Cortés, Luis Estrada (también presente), entre muchos otros que lo convirtieron en rostro fundamental de nuestra cinematografía y en figura imprescindible en los ámbitos nacional e internacional.
“Ninguna pantalla le fue ajena; estuvo en todos los escenarios: teatro, televisión y cine. Además fue un verdadero embajador del cine mexicano en el mundo.
Es notable su actividad gremial, generosa y apasionada al frente de la AMACC, de 2006 a 2010. Le tocó trabajar en el tema de los estímulos fiscales, en la demanda de mejores presupuestos; desde allí escuchamos su voz, tan inteligente como crítica. Desde allí lo escuchamos hablar de proyectos como la ampliación de la Cineteca Nacional y de los Estudios Churubusco
, concluyó la funcionaria.
A su vez, Luis Estrada, expresó: Pedro fue y será una de las personas más importantes en mi vida, mi cómplice y compañero, casi como padre adoptivo. Nos referíamos a él como el tío Pedro. Cuando muere una persona querida, el mayor reto es no caer en los lugares comunes, no hablar de su enorme talento y cualides como ser humano, de la importancia del legado de su obra, de su simpatía y sentido del humor, pero el problema con Pedro es que todo eso era verdad
.