Martes 27 de diciembre de 2011, p. 18
Francfort, 26 de diciembre. Es un aniversario a medias tintas para el euro, que se impuso 10 años atrás en las carteras de millones de europeos y ahora ante la crisis de la deuda europea, lucha por su supervivencia. Usada desde 1999 por los mercados financieros, la moneda única irrumpió en la vida de doce países de la Unión Europea el 1º de enero de 2002, que tuvieron que despedirse para siempre de la peseta española, el franco francés, la lira italiana o el marco alemán entre otras.
Los europeos tienen sentimientos ambivalentes hacia el euro, que ahora cumple 10 años. Imprescindible en la vida diaria y alabado por sus aspectos prácticos, también se le asocia al alza de precios y a una nostalgia por las antiguas monedas, alimentada por la crisis. En las calles de Madrid, París o Bratislava, el tema es recurrente: el euro encareció el costo de la vida.
Un caramelo costaba 1.5 francos hace 10 años. ¡Hoy cuesta dos euros!
, se queja Viviane Vangic, de 37 años, en el centro de París. Desde que tenemos el euro en Francia perdimos nuestro poder adquisitivo
, afirma.
Cuando pasamos al euro, lo que costaba cien pesetas pasó a un euro
, es decir, 160 pesetas, coincide María Ángeles, en Madrid. Según un sondeo reciente, 85 por ciento de los alemanes considera que el paso al euro provocó un alza de precios.
Nostalgia por antiguas divisas
Pese a que las estadísticas contradicen esta tesis de una inflación anormal ligada al paso al euro –los precios aumentaron una media de 2 por ciento en la Eurozona en los últimos 10 años– la idea persiste, sobre todo en aquellos europeos nostálgicos de su antigua divisa.
Sin embargo, cada vez son menos los que hacen cálculos de este tipo. Así, en los países que acogieron la moneda única en la primera ola, el 1º de enero de 2002, el euro es la moneda con que crecieron todos los jóvenes y forma parte de sus vidas.
Actualmente la eurozona engloba a 332 millones de personas en 17 países. A mediados de 2011, 14 mil 200 millones de billetes y 95 mil 600 millones de monedas circulaban por un valor de cerca de 870 mil millones de euros, según el Banco Central Europeo.
Líderes políticos y economistas no cesan de destacar las bondades de la moneda única: precios estables para los consumidores, más seguridad y oportunidades para las empresas y los mercados
.
Pero con la crisis de la deuda que detonó en Grecia en 2010 y se trasladó a toda la eurozona, los viejos resquemores se reavivaron y los euroescépticos, en un inicio considerados los aguafiestas, ganan cada vez más adeptos, mientras crecen las diferencias entre los países del norte y del sur de Europa.