Sábado 24 de diciembre de 2011, p. a20
El estreno en México del filme Coco & Igor, del holandés Jan Kounen, aporta elementos de reflexión en torno a la obra de uno de los grandes maestros del arte musical, de la misma manera que confirma la grandeza de una mujer extraordinaria: Gabrielle Bonheur Chanel.
De manera coincidente (aunque las casualidades no existen), en los anaqueles de novedades discográficas esplende un arcón mejor que navideño: una caja con 22 discos compactos donde se muestra de cuerpo entero la obra del compositor ruso, dirigida por él mismo. Por si fuera poco, el precio es increíble: 679 devaluados pesos. El Disquero compró su ejemplar en conocida tienda del sur de la ciudad de México cuyas iniciales son Gandhi de Quevedo, donde el servicio que brinda la señora Elsa, experta que atiende la sección de discos clásicos, es también ejemplar.
Todas las partituras para ballet, las sinfonías (algunas de ellas grabadas en pleno ensayo, con comentarios del autor), los conciertos, la música de cámara, las canciones, los oratorios, las obras sacras, las óperas y rare-zas invaluables, como las contenidas en el disco 11, cuyo título lo dice todo: Miniature Masterpieces.
Un arcón-nirvana
La obra de Igor Stravinsky es una de esos muchos territorios siempre por explorar. Como sucede con muchos compositores, la fama de algunas de sus piezas hacen sombra al resto.
En el caso de Stravinsky, su trilogía con Diaghuilev y Les Ballets Russes goza de popularidad enorme frente a obras maestras, como las que contiene la caja a la que nos referimos de manera central ahora.
Aunque tal popularidad es relativa, pues en la sala comercial donde el Disquero disfrutó del filme Coco & Igor habíamos cinco personas.
La secuencia inicial del cine pone en vida uno de los momentos más celebrados en toda la historia de la música: el estreno mundial de La consagración de la primavera. Todas las crónicas están llenas de aullidos, gemidos, chiflidos, puñetazos. Y aplausos.
Un placer el filme entero y un juego suculento para todo melómano descubrir a las personalidades que asistieron, pues una cosa es leer las crónicas y otra ver la acción en vivo (el actor que hace el papel de Debussy es genial), así como la reconstrucción de la coreografía original de Nijinsky (también encarnado por un actor) y todos los detalles, incluidos los facsímiles del programa de mano de esa noche histórica.
La versión discográfica que utiliza el director es la que grabó sir Simon Rattle con la Filarmónica de Berlín. Gracias al avance tecnológico, disfrutamos con el sonido de la sala de cine primeros planos sonoros, como el juego rítmico entre los instrumentos de alientos-maderas, con efectos impresionantes, como los gemidos de coito salvaje en el fagot.
Toda la potencia sexual de una de las partituras con mayor carga erótica en la historia de la música está en esa versión de Rattle y en la película referida.
A partir del testimonio que Coco Chanel dictó a su biógrafo, hubo un affaire importante entre ella y Stravinsky, hecho que niegan los biógrafos de él, siguiendo la defensa que hizo en primer lugar la esposa del músico; ella sabía, por ejemplo, que el compositor tenía una amante permanente, Vera Bosset Soudeikine.
Entre los muchos aciertos de Coco & Igor destaca el planteamiento de esa relación más allá de la pasión sexual: el gozne que ambos abrieron en sus respectivas carreras creativas, además de la superioridad moral y fortaleza de espíritu de ella.
El vasto océano, los pleamares, la navegación fascinante que implica oír las distintas músicas de Stravinsky es opción espléndida para la reflexión en estos días.