Navidades tristes en el palacio
as fiestas de Navidad y Año Nuevo que comienzan mañana serán las más tristes y tirantes que se recuerden en el palacio de la Zarzuela, desde que el dictador Francisco Franco eligió a Juan Carlos, rey de España. Mucho más que las de 2009, cuando se hizo oficial la separación de la hija mayor del rey, la infanta Elena, y Jaime de Marichalar, tras 14 años de matrimonio. Éste es el primer divorcio que se produce en esa familia real, si bien la actual princesa de Asturias, Letizia Ortiz, estuvo ya casada antes de contraer matrimonio con Felipe, heredero de la corona.
Era un divorcio anunciado, pues tanto Elena como Jaime llevaban varios años viviendo cada quien por su lado. Ella con los dos hijos procreados durante el matrimonio. Quien más se opuso a la separación fue la reina Sofía, alegando los deberes que su hija tenía como integrante de una familia real. En cambio, el rey se mostró, aunque disgustado, más comprensivo con los deseos de Elena, pues, decía, cuando las diferencias en las parejas surgen, lo mejor es divorciarse y no aparentar lo que no se es.
Oficializada la separación, don Jaime perdió el título de duque de Lugo, que le dieron al casarse con la hija del rey. Y algo mucho más importante: su cargo en varios consejos de administración de empresas españolas muy poderosas. Lo que le pagaban se sumaba a la fortuna que él heredó de una tía millonaria. Además, su imagen fue retirada del Museo de Cera de Madrid. Se desconoce si los trámites para obtener la nulidad del matrimonio eclesiástico están en proceso ante el Vaticano. Asunto sobre el cual pueden recibir excelente asesoría de Vicente Fox y su esposa, la señora Marta Sahagún, expertos en obviar obstáculos ante la curia romana.
Pero regresando a las fiestas de este fin de año en La Zarzuela, la tensión en la familia real es inocultable por los actos de corrupción protagonizados por Iñaki Urdangarin, esposo de la otra hija del rey, la infanta Cristina. Cada día se conocen más detalles de la trama utilizada por el yerno predilecto del monarca para hacerse fraudulentamente de dinero público. Con el agravante de que, en algunas de esas tramas, también participó su esposa.
La decisión del rey de apartar de los actos oficiales a Urdangarin y retirarle el título nobiliario de duque de Palma, no han calmado a la opinión pública española, que cada vez más exige realizar cambios en la forma de sostener con dinero público a la familia real. Y en momentos en que la mayoría de los españoles atraviesa por una difícil situación económica.
Mientras recientemente retiraron del Museo de Cera la figura de Urdangarin, la pregunta que sigue sin respuesta es: ¿hasta qué punto el rey supo oportunamente de los negocios ilícitos de su yerno? Y, ¿por qué no intervino para evitarlos?