Évora: Hice lo mejor que podía
esária, fuerte como su voz grave, como sus brazos maternos, como su pecho en canciones y su risa sonora, pertenece ahora a ese panteón de cantantes enormes que de poco en poco nos están abandonando
Mindelo, puerto en la perdida isla de San Vicente de Cabo Verde, vio nacer en 1941 a esta voz africana, elegida como la mejor cantante más allá del jazz
Nacida y criada entre el llanto y la pobreza de aquellas islas próximas al continente africano, Cesária niña superó la poliomelitis y muy pronto comenzó a cantar en la radio, ante su sorprendida madre y una audiencia que empezó a descubrir la belleza de su voz, así como una forma profunda de decir y de sentir la morna.
Luego de cocinar para los colonos en salones y cantinas, la niña cantaba por algunas monedas sueltas. Así fue edificando un prestigio local que se extendió por las islas del archipiélago, pero no más allá.
Un séquito de fanáticos la llamaban Cise y el poeta Xavier Francisco da Cruz –apodado Beleza– le componía temas acordes con su espíritu y carácter. Ambos deambulaban por cantinas en las que, a cambio de unas copas, Cesária entonaba la melancolía de la mujer caboverdiana: “Luna vagabunda del espacio/ Luna que me acompañas de soledad./ Tú, que conoces toda mi vida/ y mis desventuras,/ cuéntale a mi bien amado/ mi sufrimiento en ausencia suya…”
La vida en Cabo Verde era dura y sin futuro, por lo que emigrar era un pensamiento constante de sus pobladores; pensamiento que acudía con frecuencia a la mente de Cesária, pero que de inmediato desistía, por cuidar a su madre.
El amor le dejó dos hijos de padres diferentes, y tras la muerte de su madre, guardó luto hasta 1985, cuando decidió cantar. Aceptó viajar a Lisboa y grabar un disco patrocinado por la Asociación de Mujeres de Cabo Verde.
Poco a poco, el fervor de sus compatriotas en Europa y Estados Unidos llamó la atención de los demás, lo que culminó en su descubrimiento
por la prensa francesa, en 1993, con la edición de Miss Perfumado, álbum exquisitamente trabajado por Paulino Vieira, centrado en el típico cavaquinho.
Con este disco, Cesária se despegó de su séquito en la noche caboverdiana de los bares de Mindelo y conquistó los teatros de París, Tokio y festivales como el Angoulime. En Sodade, la canción éxito de Miss Perfumado, Cesária cuenta la historia de Cabo Verde en criollo, relato de la fuerza de trabajo en los transportes, las luchas anticolonialistas y el regreso a la democracia.
La voz de Cesária penetra suavemente por los cinco continentes. En 1994, una gira mundial la llevó de África a India y luego a Brasil, Canadá, Estados Unidos, España y Gran Bretaña. Al año siguiente apareció un nuevo disco, intitulado simplemente Cesária Évora, muy pensado para coronarse en Estados Unidos, con el clarinete de Pierre Gosseze y el acordeón de Raúl Barbosa. Dulce Pontes, la cantante más famosa de Portugal, la invitó a entonar con ella sus sentidos fados, en 1996.
Sin prejuicios por correr cualquier aventura musical, Cesária se prestó a los juegos más diversos. Midió fuerzas con el arreglista y guitarrista Arto Lindsay para un documental rodado por la cadena de televisión europea Arte, del que resultó un número musical exultante. Goran Bregovic la requirió para que cantara en la banda sonora del filme Underground, del director Emir Kusturica, de quien resulta el tema Ausencia, con letra del caboverdiano Teófilo Chantre. Colaboró en más de una ocasión con el grupo Kassvav.
La vida no fue amable con ella; antes de llegar a ser considerada La diva de los pies descalzos, mantuvo serias privaciones. Si yo hubiera tenido éxito a los 20 años, ahora estaría tranquilamente jubilada, pero más vale, tarde que nunca
, expresó.
En el primer semestre de 2011 realizó otra triunfal serie de conciertos en París; pero en septiembre, después de varios problemas del corazón, anunció que había llegado el momento de parar.
La vida sigue. Hice lo mejor que podía, tuve una carrera que muchos querrían tener
, dijo en la entrevista de despedida que concedió al diario francés Le Monde.