Política social
Martes 13 de diciembre de 2011, p. 26
Colombia se convirtió recientemente en el segundo país latinoamericano, después de Chile, en el que se han llevado a cabo protestas estudiantiles relacionadas con reformas al sistema educativo. Si bien meses de huelgas y manifestaciones han arrancado apenas modestas concesiones al gobierno chileno, los estudiantes colombianos lograron que el presidente Juan Manuel Santos retirara una polémica iniciativa en la materia. Los casos demuestran que los temas relacionados con la educación ganan importancia en la agenda política latinoamericana. Los estudiantes de ambos países continúan con su activismo y es probable que se les unan otros en la región.
En Colombia, los estudiantes protestaron durante unas seis semanas contra los planes de reformar las universidades públicas. Acusaron al gobierno de intentar imponer una privatización parcial de la educación superior. Santos sostenía que las reformas eran esenciales para elevar los niveles de financiamiento y mejorar el acceso a las universidades.
El 26 de octubre, los estudiantes tomaron las calles en todo el país. Si bien las protestas fueron pacíficas en su mayoría, hubo brotes de violencia en Bucaramanga y se detonaron algunas bombas caseras. El 3 de noviembre gran parte del transporte público de Bogotá suspendió el servicio cuando se produjeron choques entre estudiantes y policías. La víspera de otra gran manifestación, planeada para el 10 de noviembre, Santos anunció que retiraría la iniciativa del Congreso y abriría un diálogo con grupos estudiantiles sobre un plan revisado, pero sólo si los estudiantes accedían a poner fin a sus protestas. Sin embargo, el 15 de noviembre, al continuar las manifestaciones y paros, el gobierno decidió revocar la condición y desistió de la iniciativa. A su vez, los estudiantes suspendieron sus acciones.
Aunque Santos ha prometido presentar una nueva propuesta en 2012, la retirada forzada representa su primer revés importante en su programa legislativo desde que asumió el cargo, el año anterior.
Los chilenos vuelven a clases
Los estudiantes chilenos también regresaron a las aulas en noviembre, luego de casi siete meses de huelgas que paralizaron el sistema educativo. A mediados de noviembre sólo 19 mil 403 de los 989 mil 34 matriculados en educación superior (2% del total) y sólo 156 de las 12 mil 65 secundarias del país (1.6%) permanecían en huelga. Lo hicieron para no perder el año escolar y ante amenazas del gobierno de cancelar todas las becas y subvenciones. El retorno a clases también vino después de que el debate se trasladó a la esfera política, con la discusión del presupuesto educativo para el año próximo en el Congreso.
Sin embargo, los dirigentes estudiantiles quedaron insatisfechos con la elevación gubernamental del gasto en educación, y llevaron a cabo otra gran manifestación el 24 de noviembre. Es probable que haya más acciones en un futuro próximo, puesto que no obtuvieron otros de sus principales objetivos, como la instauración de la educación superior gratuita y la eliminación de las escuelas lucrativas. De hecho, el gobierno conservador chileno se ha resistido a emprender cambios fundamentales en el modelo educativo de libre mercado que es herencia del régimen militar de 1973-1990.
Aunque el gobierno logró la vuelta a clases, la prolongada huelga condujo a un fuerte descenso en la popularidad del presidente Sebastián Piñera. Según una reciente encuesta privada, su tasa de aprobación se ha desplomado a 20%, mientras la de desaprobación se ha elevado a 72%.
Movimiento continental
El activismo estudiantil en Chile y Colombia promete ser un rasgo cada vez más presente en la escena política latinoamericana. De hecho, la protesta del 24 de noviembre en Chile formó parte de una Marcha latinoamericana por la educación en la que estudiantes de Colombia y otros 12 países se movilizaron en solidaridad con los activistas chilenos y en pro de mejoras en la educación. El uso de los medios sociales contribuye a expandir el movimiento por la región, con demandas de mayor acceso gratuito a la educación, mayor financiamiento estatal y más derechos estudiantiles. En toda la región se exige una reforma a leyes educativas obsoletas y hay oposición a las escuelas lucrativas y a los subsidios gubernamentales a las universidades privadas, los cuales son vistos como privatización de los sistemas educativos.
Los dirigentes estudiantiles proponen más protestas en todo el continente para marzo próximo, con participación de alumnos, maestros y otros profesionales de la educación. Si bien tales manifestaciones no constituyen una amenaza directa a ningún gobierno, está claro que pueden volverse un imán para el descontento social, en especial entre los jóvenes. También han conducido en algunos casos a cambios de políticas, como el retiro de la iniciativa sobre educación en Colombia. En otros casos, como en República Dominicana, un movimiento floreciente por mayor gasto gubernamental en educación también condujo a un alza en el presupuesto del sector en meses anteriores.
Aparte de erosionar la popularidad de los gobiernos, como en Chile, el movimiento estudiantil conlleva el riesgo de propiciar mayor inestabilidad social, en particular si incorpora temas como la desigualdad de ingresos. Pese a algunos enfrentamientos con la policía, la violencia relativa a estas protestas ha sido limitada. Pero los gobiernos deberán tener cuidado en su respuesta a las movilizaciones, para evitar encender un movimiento más extenso y potencialmente violento.
Fuente: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya